ASCLEPIO-ESCULAPIO: Dios greco-romano de la Medicina

ASCLEPIO-ESCULAPIO
Dios greco-romano de la medicina
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Introducción:

El estudio de los mitos, símbolos, rituales mágicos y las religiones, articulados con la investigación filológica y arqueológica, permiten entender la estructura y el funcionamiento de éstos fenómenos culturales en sus diversos aspectos, como lo sagrado y lo profano, el arte y la ciencia, la creencia y la evidencia, no como opuestos, sino como elementos complementarios, dentro del complejo laberinto de los hechos. Más allá de esa fuerza difusa y confusa, cuya noción efectivamente se encuentra en todas partes, aunque no sea la misma, ni siempre e igual en todos lados, y de la que nada puede decirse. No obstante, los hechos pueden registrarse, describirse, localizarse, tanto en su originalidad como en su complejidad, incluidos los aspectos más elevados en el orden mitológico y religioso que han sido, y son  practicados en el mundo. Para así tener la posibilidad de explicar su evolución, a partir de un estado anterior, encontrando las relaciones con otras áreas de la vida e historia humana, interpretándolas y correlacionándolas para obtener conocimientos útiles, rectificando, y estableciendo nuevos puntos de unión, que permitan dilucidar y ampliar los conocimientos previos, aún en dimensiones  espacio-temporales tan distantes.

Objetivo:

El propósito fundamental de este trabajo, es caracterizar la figura y significado del Dios Asclepio entre los griegos y Esculapio entre los romanos, en sus aspectos religiosos, míticos e historiográficos en su relación con la medicina.

Antecedentes:

Es de particular importancia, el hecho de que la filosofía nació en Grecia, siendo un intento de conocer al hombre y la naturaleza. Se recuerda a los primeros filósofos, como Tales de Mileto (640-546 a.C.), Anaximandro  (611-546 a.C.), Heráclito (Siglos VI-V a.C.), buscando el principio generador del mundo.  Sócrates (470-339 a.C.), enseñando  filosofía práctica en la cual el conocimiento de uno mismo y la virtud eran sus ejes fundamentales, Platón (427-347 a.C.) con su concepción filosófica basada en las ideas, Aristóteles (siglo IV a.C.) con los fundamentos de la Lógica e inicio de la Metafísica, y las corrientes filosóficas más inclinadas a la moral como el epicureísmo y el estoicismo. Por otra parte, los griegos y romanos, representaron a sus dioses con forma humana, atribuyéndoles vicios, virtudes y poderes especiales. En sus santuarios y templos estaban instalados los oráculos, a quienes acudían con frecuencia para conocer su porvenir.  Los dioses más importantes vivían en el monte Olimpo, presididos por Zeus, y otros como Hera, Hermes, Artemisa, Deméter, Poseidón y Apolo (relacionado específicamente con nuestro tema), entre otras divinidades. Gran parte de ellos, lo mismo que los semidioses, y los héroes, tenían alguna relación con la enfermedad y la salud, y por ende con la medicina. Por ejemplo: Hera, mujer de Zeus (diosa del hogar) era la protectora de las parturientas, Atenea (diosa de la sabiduría) tenía templos dedicados como sanadora y como patrona de la vista. Quirón era hijo del mismo padre de Zeus, el titán Cronos; tenía el cuerpo mitad hombre, mitad caballo, y cuenta con un lugar especial como patrón de la salud. Se dice que su conocimiento de las propiedades sanadoras de las plantas, le fue transmitido a través de Artemisa. Píndaro, en sus historias poéticas, indica que Quirón se servía de encantamientos en sus curas mágicas, pero además practicaba la cirugía y administraba fármacos. Y llegó a ser el patrón de los que enseñaban medicina, tuvo entre sus discípulos a Melampo, Aquiles y Asclepio. Aunque Apolo, se convirtió en la principal deidad sanadora. Tal vez, por la leyenda de que Asclepio era hijo de Apolo, contribuyó a ello. No obstante, en la Iliada se habla de Asclepio como de un rey guerrero que participó con hombres y barcos en la guerra de Troya, incluidos sus dos hijos Macaón y Podalirio, también conocedores de las artes curativas. Sin embargo, en la época de Hesíodo (700 a.C.), dos siglos después de Homero, Asclepio es ya considerado como el principal dios de la salud, y su versión del nacimiento y divinización de Asclepio es la más conocida, no se sabe si él la inventó o simplemente la reprodujo.  Antes de adoptar al dios griego Asclepio (al que llamaron Esculapio) los romanos veneraban desde el 435 a. C. a Apolo como protector de la salud. Su templo estaba situado al sur del Campo de Marte, fuera del pomerium (trazado del límite sagrado de la ciudad de Roma). En el año 431 a. C. hubo también una epidemia de peste por lo que se consultaron los libros de la Sibila que el rey Lucio Tarquinio el Soberbio había dejado en el Capitolio. Las profecías aconsejaron edificar un templo a Apolo Medicus Purificador en el Campo de Marte, terreno situado entre la ciudad y el río. El templo tenía que ser elevado fuera de las murallas de la ciudad porque el dios Apolo era extranjero y así lo dictaban las leyes. Este santuario de Apolo Medicus fue muy famoso y se hacen de él continuas menciones en la historia de Roma. Se guardaban en el templo numerosas obras de arte traídas de Grecia. En la actualidad sólo queda el basamento de 4 metros de altura, debajo de la iglesia moderna de Santa María in Campitelli. Para los romanos, Asclepio se transformó en el dios Esculapio. Fue importado en el siglo III a. C. desde Epidauro, a raíz de otra epidemia de peste que hubo en el año 293 a. C. En el año 281 a. C. se levantó su santuario en la isla Tiberina. Esta isla situada en el río Tíber estuvo desde muy antiguo asociada con el arte de la curación. En época actual se conserva en ella un famoso hospital del siglo XVI. Los templos edificados por los romanos para venerar a Esculapio tenían unas dependencias muy importantes que eran los gimnasios y los baños

Iconografía, Templos y Culto:

Aunque ninguna de las estatuas de Esculapio fueron tomadas del modelo original, existen muchas reproducciones por Fidias y Mirón.  Algunas de ellas pueden admirarse en los Uffizzi en Florencia, el Louvre de París y los museos de Dresden y Nápoles. Se le representa como un hombre maduro, con barba y mirada serena. Aparece con un manto y lleva la copa con la bebida salutífera, el báculo con la serpiente enroscada y un perro en recuerdo del que llevaba consigo el pastor que, según la leyenda, recogió a Asclepio de niño.  En la mitología griega Asclepio o Asclepios (en griego Ἀσκληπιός) -¨incesantemente benévolo¨; Corresponde a Esculapio para los romanos, fue el dios de la Medicina y la curación, y venerado en Grecia en varios santuarios. El más importante era el de Epidauro, en el Peloponeso, donde se desarrolló una verdadera escuela de medicina. Se desconoce el origen del culto en este lugar. Las instalaciones más antiguas del recinto datan del siglo VI a. C. Se sabe que en el siglo V a. C. la fama del santuario sobrepasaba ya  los límites de la región de Epidauro, sobre todo después de la peste que azotó Atenas y cuando por este motivo se fundó en el 419 a. C. el Asclepeion al pie de la colina de la Acrópolis.  El auge del culto está situado entre el 370 y 250 a. C. y en estos años, Epidauro resultó ser un lugar de peregrinación que se llenaba de edificios suntuosos. En el curso del siglo II d.C. hay una gran expansión arquitectónica gracias a la generosidad del senador romano Antonino. Este desarrollo continuó vigente hasta el 426 en que el emperador Teodosio II lo mandó clausurar junto con los demás santuarios paganos. Resulta interesante el  que algunos movimientos religiosos posteriores reclamaron su relación con Asclepio. En el siglo segundo a.C .el polémico hacedor de milagros, Alejandro de Abonuteicos afirmó que su dios Glycon, una serpiente con una "cabeza de lino era una encarnación de Asclepio. Luciano de Samosanta, el retórico y satírico en lengua griega, produjo la obra Alejandro, el Falso Profeta para denunciar lo que él consideraba a un estafador, para que lo conocieran las generaciones futuras. Describe a Alejandro como de carácter "integrado por la mentira, el engaño, perjurio, y la malicia, [era] superficial, audaz, atrevido, diligente en la ejecución de sus planes, verosímil, convincente, enmascarado como bueno y que vestía con un aspecto absolutamente opuesto a su propósito ".   Justino Mártir, un defensor filosófico del cristianismo, que escribió alrededor del año 160 d.C., afirmó que el mito de Asclepio presagiaba, más que servía, como fuente para las reivindicaciones de los poderes curativos de Jesús.  Volviendo a los templos, el conjunto de edificios del santuario comprendía salas de ejercicios físicos y estancias especiales para los enfermos. Éstos pasaban primero por ritos solemnes de purificación y después eran conducidos a un edificio especial llamado enkoimeterion (o pórtico de incubación) donde se aparecía el dios durante el sueño e indicaba el tratamiento a seguir. En honor de Asclepio, se utiliza a menudo un determinado tipo de serpiente no venenosa en los rituales de curación y estas serpientes -las Serpientes Esculapias - se arrastraban libremente por el suelo de los dormitorios, donde los enfermos y heridos dormían. Estas serpientes se introducían en la fundación de cada nuevo templo de Asclepio en todo el mundo clásico. Desde aproximadamente el 300 a.C. en adelante, el culto de Esculapio se hizo muy popular y los peregrinos acudían en masa a sus templos de curación (Asclepieia) para ser curados de sus males. La purificación ritual sería seguida por ofrendas o sacrificios al dios (de acuerdo con los medios), y luego el suplicante pasaba la noche en la parte más sagrada del santuario - el Abaton(o adyton). Se informaban de todos los sueños o visiones a un sacerdote, quien prescribía el tratamiento adecuado por un proceso de interpretación, y éste daba las indicaciones (proceso a que se refiere el llamado incubatio).    En la ceremonia de  la incubatio, el ritual en los santuarios era sencillo, no exigía ni ayuno ni atuendos especiales. Los ritos purificatorios se limitaban a un baño previo, y el sacrificio a una sencilla ofrenda al alcance de todos. Los enfermos dormían juntos en una sala del templo y, una vez apagada la iluminación, se les exigía mantenerse en silencio. El dios en persona o una epifanía suya (por ejemplo, su serpiente) ejercía sobre ellos la pertinente acción terapéutica o les indicaba el tratamiento a seguir para recuperar la salud. El dios aparecía a cada uno de los enfermos individualmente y jamás de manera colectiva. Los enfermos llegaban al santuario desde muchos lugares con la esperanza de que el dios médico los curaría. Cada persona debía hacer una donación; es decir, debía pagar honorarios. En un fragmento de una comedia de Aristófanes, se describen las actividades que se llevaban a cabo durante el llamado sueño terapéutico: “Cuando llega la noche los enfermos se acuestan en las camas de reposo (gr. cline; de donde proviene el término clínico). Los siervos del templo (gr. therapeutes) apagan las luces y piden silencio total. Luego, un sacerdote da una vuelta para recoger de los altares el pan de oblación. Después aparece el dios escoltado por sus dos hijas y un esclavo. Va de cama en cama para examinar a los enfermos y también mezcla ungüentos y jarabes”.  Se pueden encontrar antecedentes de la incubatio en el Imperio Hitita y en Babilonia desde el segundo milenio a. C. y posiblemente en Egipto. No cabe duda de que en los templos de Asclepio se producían curaciones, prueba de ello son la gran popularidad que estos santuarios tuvieron durante mucho tiempo, y la importante cantidad de exvotos (obsequios de los sanados en recuerdo de un beneficio obtenido) encontrados en sus ruinas y bien documentados arqueológicamente, tanto como en su significación.  En algunos templos de curación, también se utilizaban perros sagrados para lamer las heridas de los enfermos peticionarios. Se daban muchas curaciones y los resultados eran impresionantes y favorables en multitud de enfermos. El tratamiento no era gratuito pero las donaciones eran asequibles. Desde el siglo V a. C. tenía lugar en Epidauro una fiesta llamada Asclepieia, que se celebraba cada cuatro años, y que consistía en representaciones teatrales, juegos atléticos y música. En este santuario (lo mismo que en el de Delos) estaba prohibido nacer y morir. A finales del siglo XIX comenzaron los trabajos de excavación del yacimiento de este santuario. Continuaron en el año 1948 al frente de J. Papadimitriou y finalmente se retomó la búsqueda en 1974. Otros santuarios se hallan en Atenas, Delfos (culto durante  el siglo V a. C.), Pérgamo, Esmirna, Cirene y Mesene.  En la provincia catalana de Gerona, encontramos un importante templo dedicado a Asclepio en la Neópolis (ciudad nueva, segundo asentamiento griego) de Ampurias (Emporion, Εμποριον, Emporiae que significa Mercado-Comercio). La importancia de éste templo recae en la situación geográfica de Ampurias (Municipio de La Escala, Costa Brava Norte), bajo el Cabo de Creus, donde la escarpada costa y los vientos a menudo mantenían a los marineros largo tiempo en la mar, agotados.  Así pues, los colonos griegos de Iberia hacían su primera parada en esta ciudad para guarecerse en el santuario.  Por otra parte, se dice que la familia de Hipócrates (padre de la medicina) descendía de Asclepio, y se recuerda que  en el originario Juramento Hipocrático se iniciaba con la invocación: "Juro por Apolo Médico y Esculapio y por Higía y por Panacea y por todos los dioses ..."   De Asclepio, sus atributos se representan con una serpiente enrollada en un bastón, piñas, coronas de laurel, una cabra o un perro. El más común es el de la serpiente, animal que, según los antiguos, vivía tanto sobre la tierra como en su interior. Es conocida como Culebra de Esculapio (Zamenis longissimus) nombre común de una especie de serpiente que vive en Europa, en Turquía y en el norte de Irán. Asclepio tenía el don de la curación y conocía muy bien la vegetación y en particular las plantas medicinales.  En los templos o asclepiones,  se le rendía culto y solicitaban sus favores. En la antigüedad, se erigieron templos en su honor en diferentes lugares de Roma, Grecia y Egipto. El famoso Santuario de Epidauro en el Peloponeso,  fue probablemente el primer asclepión. Comprendía salas de ejercicios físicos y estancias especiales para los enfermos y un gran teatro. Llegando  a ser el centro terapéutico más grande de la antigüedad.  Aunque también, Asclepio fue adorado en la isla de Cos, donde tenía un Asclepium o santuario muy importante, que los peregrinos visitaban para encontrar la cura de sus enfermedades. En su iconografía y simbolismo, la serpiente a él dedicada jugaba un papel muy importante. Esta representación de la serpiente enroscada en los aperos médicos sigue vigente hoy día como símbolo internacional. El poder de sanar atribuido a las serpientes, pudiera estar relacionado con su habilidad para rejuvenecer, al cambiar su piel cada año, si bien, su simbología es amplísima y de las más ricas en el mundo animal. Ha sido temida y adorada, capaz de destruir como de proteger, divinidad civilizadora que regala sus conocimientos a los humanos, tiene relación con la tierra, no solo repta sino habita en sus agujeros, por lo que se asocia con los muertos, en varias religiones guía el alma de los difuntos. Tanto en Grecia como en Roma, simboliza los poderes curativos, la renovación y la sabiduría, la magia y los encantamientos, como en Medusa y las Erinias, que las llevan en la cabeza. También son alegoría del alma que abandona el cuerpo y representa los poderes elementales de la tierra.  Por otra parte, en los tiempos de la Grecia clásica, convivían la medicina religiosa y la secular. La medicina en los templos de Asclepio venía de una larga tradición mítica. Como ejemplo de deidades sanadoras podemos citar a Melampo, que curó a las mujeres locas de Argos. Para ello utilizó eléboro negro (con propiedades de narcosis, diuresis y catarsis). Anfiarao, sucesor de Melampo fue venerado como un héroe sanador y poseía un oráculo en el que  practicaba la incubatio. Trofonio ejercía sus poderes sanadores en cuevas mediante serpientes, y Orfeo utilizaba la música y la poesía para influir en el alma. Aunque los templos de la salud aparecen alrededor del s.VI a. C. El culto a Asclepio tuvo una rápida extensión, llegando incluso hasta Egipto, donde fue identificado con Imhotep y Serapis (dioses de la medicina egipcia). Los santuarios más importantes fueron el de Epidauro ya mencionado, pero además  el de Tricca (para algunos autores el Asclepion más antiguo conocido),  Lebén y otros. En el año 295 a. C. aparece en Roma el primer templo dedicado a Esculapio (nombre romano de Asclepio). La fama de estos templos fue tal que durante el cristianismo, al principio, fue compartido el culto a Cristo con el culto a Asclepio. Cada templo era un conglomerado de edificios e instalaciones cuyo tamaño y opulencia dependía de la de su riqueza e importancia. La estructura predominante era un templo principal, donde se encontraba la estatua del dios, un tholos, donde se encontraba un estanque o manantial, el abaton, sala en la que dormían los enfermos para que se produjese la curación. Además podían tener teatro, estadio, gimnasio y posadas. A los templos podían acudir tanto ricos como pobres. Fueron como una especie de santuarios o balnearios medicinales.

Mitología, genealogía e historiografía de Asclepio-Esculapio  (greco-romano):

Según cuenta la mitología, Asclepio era hijo de Apolo y de la mortal Coronis o Corónide. Antes de convertirse en dios fue un héroe de Tesalia (la región más grande de la antigua Grecia, limítrofe con la antigua Macedonia, Epiro y el mar Egeo al este). Existen varias versiones sobre el lugar y las circunstancias de su nacimiento. La más conocida es la que ha llegado a través de las narraciones del poeta griego Píndaro (siglo VI a. C.), donde narra los amores de Apolo con Corónide, hija del rey de Tesalia llamado Flegias. La unión de los amantes tuvo lugar en las orillas de la laguna Beobea, cerca de Lacerea, en Grecia.  Apolo bajo la forma de un cisne dejó embarazada a Corónide y regresó a Delfos, dejándola bajo la vigilancia de un cuervo blanco o corneja. En este tiempo Corónide tuvo relaciones con el mortal Isquis, hijo de Élato (gobernador de la región del monte Cilene y conquistador de la Fócida, antigua región del centro de Grecia). La corneja voló hasta Apolo y le advirtió de los amoríos de Corónide. Apolo maldijo al animal condenándolo a llevar en adelante el color negro en lugar del blanco y mató a Corónide, y antes de que la pira funeraria la incinerase, sacó de su vientre la criatura, que sería el futuro dios Asclepio. En otras versiones se dice que Apolo pidió a su hermana Artemisa la ejecución de esta muerte. Otra versión de los hechos cuenta que el rey Flegias de Tesalia viajó al Peloponeso en compañía de su hija, para comprobar las riquezas que se guardaban en aquella región y planear su robo. Durante el viaje, Apolo sedujo a Corónide, que dio a luz en secreto al pie de una montaña llamada Mirtio, en tierras de Epidauro. Corónide dejó abandonado al niño que fue alimentado por una de las cabras del rebaño del pastor Arestanas y cuidado por su perro. Cuando Arestanas se enteró, quedó admirado al ver la aureola que rodeaba al niño, y pensando que era cosa de dioses no se atrevió a tocarlo y dejó que el destino se ocupara de su suerte.  Apolo confió el pequeño al centauro Quirón en el monte Pelión (lugar donde vivían los centauros y que envuelve el gran golfo de Volos, al sureste de Tesalia). El centauro lo instruyó en las artes de la medicina y de la caza. Intervinieron en su educación Apolo y Atenea. Esta última le entregó dos redomas llenas de sangre de la Gorgona. En una la sangre estaba envenenada y en la otra tenía propiedades para resucitar a los muertos. El joven Asclepio se mostró siempre muy hábil y dispuesto, y llegó a dominar el arte de la resurrección. Devolvió la vida a un gran número de personas importantes entre las que se encuentra Hipólito hijo de Teseo (el héroe del Ática cuyas principales hazañas tuvieron lugar en el Peloponeso). Practicó la medicina con gran éxito, por lo que le levantaron santuarios en diversos puntos de Grecia. El poder de resucitar a los muertos fue el motivo que indujo al dios Zeus para terminar con la vida de Asclepio, pues Zeus no estaba muy conforme con la resurrección de los mortales y temía que se complicase el orden del mundo. En otra versión se dice que Hades, protestó a Zeus el que Asclepio curase a personas que debían morir, e incluso las resucitaba, como en el caso de Hipólito, hijo de Teseo.  Esto era trastornar el curso de la naturaleza y el orden universal.   Cuando Asclepio resucitó a Hipólito en Trecén (Grecia), Zeus se enfadó mucho y mató a Asclepio con un rayo. Hipólito era hijo de Teseo y de una amazona. Teseo se casó después con Fedra, que odiaba a Hipólito y que incitó a su marido a que le diese muerte, dejando así el campo libre a sus futuros hijos que podrían heredar el reino. Pero Asclepio lo resucitó y Artemisa se lo llevó (a Hipólito) al santuario de Aricia en Italia. Apolo por su parte se irritó por la muerte de su hijo y en venganza mató a los cíclopes que habían fabricado el rayo asesino.  Asclepio ascendió a los cielos y se convirtió en la constelación de Serpentario u Ofiuco.  Por otra parte, los miembros de la familia de Asclepio también ejercían funciones médicas, así, su mujer, Epíone, calmaba el dolor, su hija Hygeia era el símbolo de la prevención (de donde deriva el término-higiene- que es la preservadora de la salud), su hija  Panaqueia (Panacea –la que todo lo cura-farmacéutica)  era el símbolo del tratamiento, su hijo Telesforo era el símbolo de la convalecencia,  Egle (oculista y partera)  Laso (enfermera)  y sus hijos Macaón y Podalirio eran  protectores de los cirujanos y los médicos.  Se dice que sus dos hijos Macaón y Podalirio se hicieron famosos y  fueron dos héroes épicos que formaron parte de la guerra de Troya, Macaón fue quien quitó la flecha de la herida de Menelao y curó al héroe Filoctetes.  Aunque Esculapio (para los romanos) o Asclepio (en griego ‘incesantemente benévolo’) era el dios de la curación en la mitología griega. A pesar de ello, algunos estudios muestran  que Esculapio existió realmente en Tesalia, y que era un médico de gran fama. Después de su muerte, fue deificado y entonces empezaron las leyendas, siendo venerado en Atenas y Corinto, y también en Pérgamo (ciudad donde mucho después nació Galeno).   Resulta así, que Asclepio es probablemente la deificación de un héroe. Su historia es un buen ejemplo de la variedad de versiones, y la mezcla entre mitología, religión e historiografía, algunas contradictorias y otras incompatibles entre sí.  Veamos algunas de ellas: En el Ática, corría la leyenda en esta forma… Flegias, rey de los Lapitas y hermano de Ixión, habitaba en las riberas del lago Beobis en Tesalia. Tenía una hija llamada Coronis, el dios Apolo se hizo su amante y al partir hacia Delfos le encomendó un día un cuervo hermosamente blanco, para que se guardaran mutuamente. Ya estaba grávida la hija del rey. Pero estaba enamorada de Isquis, hijo de Elato, de Arcadia, y en ausencia de Apolo, le concedió compartir el lecho con ella. El dios Apolo vio su infidelidad, sin necesidad de que el cuervo se la denunciara.  Al llegar lo reprendió por no haberle picado los ojos a Isquis, y en castigo lo volvió completamente negro, sin que volviera a haber cuervos blancos. Confió luego a Artemis su aventura, y la diosa para vengar la ofensa hecha a su hermano deshizo a flechazos a la infiel. Cuando Apolo vio muerta a Coronis se arrepintió de su ira y de haber provocado la venganza de Artemis. Y no salía de su estupor hasta que estaba ardiendo su cuerpo y su alma había bajado al Hades. Entonces pensó en el hijo y rogó a Hermes que lo sacara del cuerpo que comenzaba a quemarse. Pudo hacerlo aprovechando el mismo fuego que le abría camino. Recogido con vida el infante, fue llevado a la cueva del Centauro Quirón, que lo crió y enseñó el arte de curar y también la caza. Llegó a ser tan hábil, que superó a su maestro, que aun a los muertos resucitaba, como lo hizo con Capaneo, Licurgo y Tindareo, así como a Glauco, Orión e Hipólito. Por lo que Hades se quejó con Zeus, que el médico le quitaba a sus muertos por paga, por lo que Zeus mató al resucitado y resucitador con un rayo. Pero más tarde lo restauró a la vida, con lo que se dio cumplimiento a una profecía hecha por Euipe, hija del Centauro, que dijo que ese niño renovaría sus destinos dos veces, y que muriendo semidiós, sería convertido en dios. Por otra parte, y según la versión de los de Epidauro, varía en cuanto a sus orígenes y otros pormenores. Según ella, Flegias andaba de expedición con un gran escuadrón de guerreros griegos y llegó a Epidauro donde su hija que lo acompañaba ya con el niño en el seno lo dio a luz en el santuario que el dios tenía allí, con la ayuda de Artemis y las Parcas. Fueron a dejarlo en el monte Tición, famoso por sus plantas medicinales, y quedó en una cueva. Un pastor de cabras llamado Arestanas notó un día que la faltaba una  cabra y además su perra también había desaparecido. Se puso a buscarlas y al fin las halló en una cueva, amamantando al niño.  Iba a tomarlo cuando una luz brillante lo rodeó y el pastor huyó, pensando que algo misterioso había en ello. Dejó al niño que fue cuidado por su mismo padre Apolo. El dios le enseñó los secretos de la medicina, sin que dejara de hacerlo por su parte Quirón, a quien encomendaba el niño. En cuanto a su origen, los de Mesena hacían nativo de Trica a Asclepio; los de Arcadia, de Telpusa; y los de Tesalia de otra Trica en su región.  Las fuentes provienen de: Pausanias, II, 26. Píndaro, en Odas Píticas, III, a 5 ss. Higinio, Fábula 202, Astron. Poética. II, 40. Apolodoro, III, 10. Ovidio Metamorfosis. II, 612 ss.
 
Carta de Asclepio a su hijo:

Aspiración es esta de un alma generosa, de un espíritu ávido de ciencia. ¿Deseas que los hombres te tengan por un Dios que alivia sus males y aleja su espanto?  ¿Has pensado bien lo que va a ser de tu vida? Tendrás que renunciar a tu vida privada; mientras la mayoría de los ciudadanos pueden, una vez terminada su tarea, aislarse lejos del infortunio, tu puerta deberá estar abierta a todos. A toda hora del día o de la noche vendrán a tumbar tu descanso, tus placeres, tu meditación. Ya no tendrás horas que dedicarle a tu familia, a los amigos o al estudio. Ya no te pertenecerás. Los pobres acostumbrados a padecer no te llamarán sino en caso de urgencia, pero los ricos te tratarán como su esclavo, encargado de remediar sus excesos, sea por una indigestión o por un catarro.  ¿Eras estricto en escoger a tus amigos, buscabas la sociedad con hombres de talento, con artistas, de almas delicadas?. En adelante no podrás desechar a los fastidiosos o a los escasos de inteligencia, a los despreciables. El malhechor tendrá tanto derecho a tu asistencia como el honrado. Prolongarás la vida de nefastos y el secreto de tu profesión te prohibirá impedir crímenes de los que seas testigo.  ¿Tienes fe en tu trabajo para conquistarte una reputación?. Ten en cuenta que te juzgarán no por tu ciencia, sino por casualidades del destino, por el corte de tus ropas, por la apariencia de tu casa, por el número de tus criados, por la atención que dediques a las charlas y por los gustos de tu clientela. Los habrá quienes desconfíen de ti si no usas barba, si no vienes de Asia, si crees en Dioses, otros si no crees en ellos.  ¿Te gusta la sencillez?. Habrás de adoptar la actitud de un augur. Eres activo, sabes lo que vale el tiempo, no habrás de mostrar fastidio ni impaciencia, tendrás que soportar relatos que arrancan desde el principio de los tiempos para explicar un cólico, ociosos te consultarán solo por el placer de charlar, serás el vertedero de las nimias vanidades. Sientes placer por la verdad, ya no podrás decirla tendrás que ocultar a algunos la gravedad de su mal, a otros la insignificancia pues les molestaría. Habrás de ocultar secretos que posees, consentir en parecer burlado, ignorante o cómplice.  No cuentes con agradecimiento cuando el enfermo sana, la curación es debida a su robustez, si muere, tú serás el que lo ha matado. Mientras está en peligro, te tratará como a un Dios, te suplica, te promete, te colma de halagos. No bien está en convalecencia, ya le estorbas. Cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado, ya se enfada y ya te denigra.  Cuanto más egoístas son los hombres, más solicitud exigen.  No cuentes con que este oficio penoso te haga rico. Te lo he dicho: esto es un sacerdocio. Te compadezco si sientes afán por la belleza; verás lo más feo y repugnante que hay en la especie humana, todos tus sentidos serán maltratados. Habrás de pegar tu oído contra el sudor de pechos sucios, respirar el olor de nauseabundas viviendas, los perfumes subidos de las cortesanas, palpar tumores, curar llagas verdes de pus, contemplar orines, escudriñar esputos, meter el dedo en muchos sitios.  Cuantas veces un día hermoso, soleado y perfumado, al salir de un banquete te llamarán por un hombre que molestado por dolores de vientre te presentará un bacín nauseabundo diciéndote satisfecho: Gracias a Dios que he tenido la precaución de no tirarlo. Recuerda entonces que habrá de parecerte interesante aquélla deyección hasta la belleza misma de las mujeres, consuelo del hombre se desvanecerá para ti. Las verás por la mañana, desgreñadas y desencajadas desprovistas de bellos colores, olvidando sobre los muebles parte de sus atractivos. Cesaran de ser Diosas para convertirse en pobres seres afligidos por la desgracia. Sentirás por ellas menos deseos que compasión.  Tu oficio será para ti una túnica de Neso. En la calle, en los banquetes, en los teatros en tu misma casa los desconocidos, tus amigos, tus allegados te hablarán de sus males para pedirte un remedio. El mundo te parecerá un vasto Hospital, una asamblea de individuos que se quejan.  Te verás solo en tus tristezas, solo en tus estudios. La conciencia de aliviar males te sostendrá en tus fatigas, pero dudarás si es acertado hacer que sigan viviendo hombres atacados por un mal incurable, niños enfermizos que ninguna probabilidad tienen de ser felices.  Cuando a costa de mucho esfuerzo hallas logrado que la existencia de algunos se prolongue, vendrá una guerra que lo destruirá todo.  Piénsalo bien mientras estés a tiempo. Pero si indiferente a la ingratitud, si sabiendo que te verás solo entre las fieras humanas, tienes un alma lo bastante estoica para satisfacerse del deber cumplido sin ilusiones, si te juzgas pagado lo bastante con la dicha de una madre, con la cara que sonríe porque ya no padece, con la paz de un moribundo a quien ocultas la llegada de la muerte…  Si ansías conocer al hombre, penetrar a todo lo trágico de su destino, entonces, hazte médico, hijo mío.

Conclusión:

En el curso de la evolución de las ciencias y artes, hay siempre relaciones indistinguibles en ciertos aspectos, especiales por su complejidad. Desde su origen y transformaciones, interpretaciones, trascendencia, importancia espacio-temporal,  entre otras muchas  áreas y variables. En lo aquí expuesto es posible apreciar algunos de ellos, incluidos los de tipo ético, filosófico, además de literarios e historiográficos.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez (*)

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Nota  sobre el autor: Joel Fortunato Reyes Pérez, nació en Cd. Cuauhtémoc, Chihuahua, México. Es médico cirujano especialista en psiquiatría (UNAM), y tiene 3 maestrías en áreas de Sexualidad Humana, Educación Superior, y Educación Especial (para discapacidad somática e intelectual). Es escritor de poesía desde hace más de 30 años, tiene publicado el libro Poemas Cercanos (Ed. Palibrio) y ha escrito cuentos cortos, ciencia ficción, ensayos en diversas revistas y sobre Salud Mental, Medicina, Arte, Filosofía y Religiones Comparadas. Ha sido catedrático en Universidades Mexicanas en Medicina, Psicología, Enfermería, Psicopedagogía en niveles de licenciatura y posgrados. Y ha participado en múltiples Congresos e imparte diversas conferencias.

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