CAOS: El primigenio confín. (Ensayo)

CAOS
El primigenio confín
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
Introducción:

Siempre ha existido…  Sabemos que su presencia es más común de lo que se ha creído durante milenios. Los científicos que estudian los comportamientos caóticos en diversos campos, concuerdan, en que una nueva concepción de la ciencia se ha estado gestando. Si bien, el tema sobrepasa la capacidad de abarcarlo en todas sus facetas.

Objetivo: El propósito central de este trabajo es describir y relacionar la historia conceptual del caos en diferentes perspectivas socioculturales.

Antecedentes:   En un análisis de la evolución de los conceptos científicos en cuanto al origen del universo, su funcionamiento y la relación hombre-naturaleza, observamos que transcurrió por distintas fases, donde las ideas de orden y desorden se reflejaron tanto en conceptos religiosos, filosóficos y científicos.  Briggs y Peat  detallan este análisis, e indican que en la antigüedad el orden y el caos convivían en una “débil alianza”, pero con el surgimiento de la ciencia, estos conceptos e ideas cambiaron, porque con sus descubrimientos se eliminó la posibilidad de la existencia del desorden, con la idea de un universo cuya complejidad podría algún día desentrañarse. Caos moderno. El concepto del Caos no sirve al mismo propósito en la sociedad occidental moderna, que en la Antigua Grecia y la Antigua Roma. Hoy en día, su nombre es sinónimo de desorden y desorganización, siguiendo la descripción del Caos de Ovidio, como algo indisciplinado que debe ser domado y organizado. La Teoría del Caos es el concepto matemático y científico que afirma que los patrones y sistemas más complejos son susceptibles a grandes cambios ante la alteración más leve. Este uso de la palabra "caos" difiere de las interpretaciones del Caos de Hesiodo y Ovidio, aunque es una interpretación común moderna del concepto.

Historia y evolución:

Enûma Elish es un poema babilónico que narra el origen del mundo. Enûma Elish (en acadio: «cuando en lo alto») son las dos primeras palabras del poema (su íncipit).  Está recogido en unas tablillas halladas en las ruinas de la biblioteca de Asurbanipal (669 a. C.-627 a. C.), en Nínive.   Cada una de las tablillas contiene entre 115 y 170 líneas de caracteres cuneiformes datados en torno al año 1200 a. C. El poema está constituido de versos… Cuando en lo alto el cielo no había sido nombrado, no había sido llamada con un nombre abajo la tierra firme. Según esta cosmogonía, antes de que el cielo y la tierra tuviesen nombre (no tener nombre equivalía a no existir), la diosa del agua salada Tiamat y el dios del agua dulce Apsu, engendraron una familia de dioses con la mezcla de sus aguas, y estos a su vez a otros dioses. Estos nuevos dioses perturbaban a Apsu, que decidió destruirlos. Aunque uno de ellos, Ea, se anticipó a los deseos de Apsu haciendo un conjuro y derramando el sueño sobre él, para luego matarlo. Ea, o Nudimmud, el dios hacedor, junto a Damkina, engendró a Marduk, el dios de Babilonia. Al tiempo, Tiamat es convencida de tomar venganza y rebelarse, decide dar mucho poder a Kingu, su nuevo esposo, y le entrega las tablillas del destino. Marduk es nombrado por los dioses para enfrentar a Tiamat, accede con la condición de ser nombrado «príncipe de los dioses o dios supremo», finalmente vence a Tiamat, la mata y con su cuerpo crea el cielo y la tierra. Luego a Kingu le son arrebatadas las tablas del destino. Marduk, exultante, planea realizar obras estupendas y las comunica a Ea… Amasaré la sangre y haré que haya huesos. Crearé una criatura salvaje, 'hombre' se llamará. Tendrá que estar al servicio de los dioses, para que ellos vivan sin cuidado. Kingu es condenado a morir por ser el jefe de la rebelión, y con su sangre, Ea, crea a la humanidad.
El poema puede ser visto como la historia de la eterna lucha entre el Orden y el Caos, puesto que muestra el arquetipo del guerrero que lucha contra el Caos, pese a no conseguir derrotarle nunca, por lo que la lucha es constante.
Por ello, Marduk, dios de la luz y el orden, debe vencer a Tiamatt, quien representa a la oscuridad y el caos. Por otra parte, en el origen: el caos es una de las fuerzas elementales, conocidas como el “Protogenoi”, que existió en el principio de los tiempos. Su linaje es desconocido. La palabra griega “khaos” se traduce como "vacío", y se representa como un abismo extenso e indefinido del que emergió Gaia, la tierra.  Los límites del caos sólo estaban definidos por un eterno arroyo de agua, vigilado por el dios del agua Oceanus, aunque dentro del abismo del Caos se encontraba la totalidad del universo. Eurínome, la "gran errante", diosa de todos los seres, fue la primera en intentar y domar el Caos y generar orden dentro de ella. Esto forma la base del mito griego del origen, en donde el mundo se origina al generar orden a partir del Caos….   Niños… Caos no sólo era la madre de Gaia sino también de una cantidad de otras entidades. Tanto Iranus, el dios del cielo, como Erebus, el espíritu guardián de la tierra debajo de la superficie terrestre, nacieron del Caos.  Tartarus era otro descendiente de Caos y gobernó la tierra en donde las almas malvadas eran desterradas después de la muerte. Hay una especial diversidad de opiniones sobre quién dio origen a Eros, cuyo linaje se relaciona tanto con Caos como con Eurínome, y  en los mitos griegos posteriores con Afrodita.  Caos también dio origen a varias deidades menores, incluyendo Aither, Hemera y Nyx (Luz, Día y Noche, respectivamente). Caos era el dios primordial y origen del resto de los dioses en la mitología griega. Su mito y sus atribuciones son semejantes al Absu sumerio, con la diferencia de que Absu era un vacío en medio de las aguas y Caos un vacío en medio de la nada. Caos significa “vacío que ocupa un hueco”. Su opuesto sería Gaia, pues como diosa tierra es la representación de la materia en contraposición a la nada que representa Caos. Al ser el primer dios, no tuvo ancestros, él fue el origen de sí mismo. Este dios simboliza el desorden, siendo el dios del vacío y de la nada. Es la divinidad primordial de la cual se cree que salieron la oscuridad, el hado y la materia. Caos fue el primer dios que apareció, siendo el vacío original que existía cuando no había nada. En un momento dado, Caos se dividió en tres, dando lugar a Gaia, Erebo y Nicte, dioses que representaban a la tierra, el destino y la noche. Caos era un dios sin forma, sin cuerpo, por lo que no podía ser representado.

Mito de los pelasgos. Los pelasgos eran el pueblo primitivo que habitaba lo que hoy en día es Grecia. Éstos tenían una postura matriarcal basada en la concepción primigenia de una Diosa Madre. Su mito de la creación afirmaba que en un principio Eurínome, la diosa de todas las cosas surgió del Caos, pero no encontró nada sólido en donde apoyar los pies y a causa de ello, separó el mar del firmamento y danzó solitaria entre sus olas en dirección sur. Entonces apareció el viento Bóreas, que junto con la diosa Madre dieron origen a la enorme serpiente Ofión. Más tarde, la diosa madre quedó en cinta de Ofión, tras lo cual ésta se transformó en paloma y a su debido tiempo puso el huevo universal. La serpiente Ofión se enroscó siete veces alrededor del huevo hasta que empolló y lo abrió. De él salieron todos los seres y elementos del Cosmos. Eurínome y Ofión fijaron su morada en el Monte Olimpo. Cuando Ofion irritó a su compañera adjudicándose el título de autor del universo, ésta le pegó tan tremendo puntapié que le arrancó los dientes y los arrojó a la tierra al pie del Olimpo. Seguidamente la diosa creó siete potencias planetarias y colocó una Titánide y un Titán en cada una: Tía e Hiperión para el sol, Febe y Atlante para la luna, Dione y Crío para el planeta Marte, Metis y Geos para Mercurio, Temis y Eurimedonte para Júpiter, Tetis y Océano para Venus, y Rea y Cronos para Saturno. Guardadores todos de la sucesión del tiempo. Sin embargo, en esta armoniosa creación faltaba el hombre, y entonces apareció Pelasgo, brotó de los dientes de Ofión enterrados en el abismo de Arcadia. Pelasgo fue aclamado como jefe civilizador y precursor de la humanidad. Dioses y hombres se hallaban sometidos a las diosas y mujeres, y todos le rendían culto a la gran Diosa Madre.  En algunos relatos cosmogónicos griegos, el Caos es aquello que existe antes  de los dioses y fuerzas elementales, es decir, el estado primigenio del cosmos. El término procede del griego antiguo  Χάος … ‘espacio que se abre’, o ‘hendidura’, y procede del verbo χάω, que en formas derivadas significa ‘bostezar’, ‘abrirse una herida’ o ‘abrirse de una caverna’.  En el siglo V a. C.  se lo identificó con el aire, adquiriendo solo tardíamente el sentido de «confusión elemental», con Ovidio (Metamorfosis I, 7: «rudis indigestaque moles»).

"En el principio existió el Caos"…  Es uno de los relatos más conocidos que da este paso;  instituido luego, como versión tradicional de los acontecimientos, y fue el elaborado por Hesíodo, según el cual, tras el Caos, surgió Gea o Gaya, su hija, personificación de la Madre Tierra, quien «sin mediar el grato comercio... alumbró al estrellado Urano con sus mismas proporciones, para que la contuviera por todas partes y fuera así habitación siempre segura para los felices dioses».  Esta es la versión castellana de su relato: En el principio existió el Caos. Después Gea, la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de la tierra de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro.  Por último, Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva a todos los dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos.  Del Caos surgieron Érebo y la negra Noche... Ambos fueron los padres de las primeras criaturas vivas:  Hecatónquiros, Cíclopes y Titanes.  En un principio, no existía la Tierra, sólo un conglomerado informe compuesto por los cuatro elementos, agua, tierra, cielo y aire, en el cual reinaba el Caos, una deidad sin rostro, al lado de su hija y esposa  Nyx,  la negra diosa de la Noche, habida de la Oscuridad, la noche primigenia, la que reina en las esferas celestes, de la que tuvo a Erebo, el silencioso y helado lugar donde vagan los espectros y habita el olvido. Erebo destronó y suplantó a su padre en el lecho de su madre, Nyx, de la que tuvo a las Parcas, que hilan el destino, a Hipnos, inspirador del Sueño, y a Thánatos, portador de la Muerte, las perversas deidades que sigilosamente acechan a los humanos desde las sombras; a Némesis, la terrible diosa de la venganza, a Eros, el impulsivo dios del amor (aunque algunos dicen que este dios nada tiene que ver con el infante que acompaña a Afrodita), y a una legión de dioses o demonios sin forma que luego habitarán y parasitarán el corazón de los humanos, para bien o para mal. Finalmente tuvieron a Éter, el aire, y a Hémera, el día. También estos últimos destronaron a sus padres y se propusieron, con la ayuda de su hermano Eros, transformar el mundo caótico en algo bello. Era el comienzo de la creación entendida, no como génesis desde la nada, sino como organización de los elementos. Por fin,  de esta unión nació Gea, la Tierra, un lugar sin límites provisto de todo lo necesario para construir la morada de los seres vivos. Eros embelleció a Gea con todos los dones naturaleza virgen. Y ella correspondió separando de su seno a Urano, el Cielo, de igual extensión que ella misma, y a Pontos, las inconmensurables aguas marinas

Según la Teogonía de Hesíodo: Caos fue lo primero que existió, y luego enumera otras figuras cosmogónicas elementales como Gea (la Tierra), Tártaro y Eros (v. 116ss). Pero Caos no engendró estas deidades elementales, sino que es cabeza de una genealogía de seres divinos que son una suerte de abstracciones simbólicas: Nix (la Noche) y Érebo son sus hijos (v. 124), Éter y Hemera (el Día) sus nietos (v. 125-6). Una importante tradición filológica considera que Caos es la hendidura o resquicio situado entre el cielo y la tierra.  Hesíodo relata en la Titanomaquia que Zeus, al lanzar el rayo a los Titanes, hace estremecer a Caos (v. 700), y compara este hecho con el acercamiento entre Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra). Este pasaje, sumado al valor semántico de la palabra Χάος, hace admisible la interpretación de Francis Macdonald Cornford, según la cual las palabras del verso 116 (Χάος γένετ᾽) deben traducirse como ‘surgió el resquicio entre la tierra y el cielo’. G. S. Kirk y J. E. Raven refuerzan esta interpretación, y si bien tienen en cuenta la dificultad de que en la fuente Urano derive de Gea en un estadio posterior de la cosmogonía, piensan que lo que Hesíodo quiso decir es que al principio había un todo informe, que el cielo y la tierra formaban una masa indiferenciada y en el principio relatado se separaron: lo primero es esta separación, que luego se reduplica figurativamente en el nacimiento de Urano a partir de Gea y mitopoyéticamente en el relato de la castración de Urano por parte de Cronos (v.154ss). Una variante de esta interpretación la da Olof Gigon, quien indica que Hesíodo parte de la imagen del cosmos como cavidad formada por la bóveda el cielo, y la tierra como suelo, y luego suprime mentalmente a ambos, para llegar a un concepto del Caos. Es algo completamente indeterminado, lo que viene indicado por el hecho de que la palabra para designarlo es gramaticalmente neutra. Esto lo acerca al ἄπειρον (ápeiron, ‘lo indeterminado’) de Anaximandro.  Para Gigon, bajo la faz de una divinidad cosmogónica semejante se esconde el concepto filosófico de un principio anterior a todo.

Huevo órfico. La tradición órfica en sus fragmentos presenta un Huevo primordial, equiparado con el Caos de Hesíodo.  Este Huevo no es lo primero que surge, sino que proviene de Chronos  (Orphicorum fragmenta, 54-57). Otra variante importante presenta Cayo Julio Higino en sus Fábulas. En el prólogo de dicha obra presenta una cosmogonía, donde pone a Caos como descendiente de la Oscuridad. Caos y la Oscuridad conciben luego a la Noche, el Día, el Érebo y el Éter. En su obra Las metamorfosis, Ovidio describió al Caos como rudis indigestaque moles, «una masa bastante cruda e indigesta, un bulto sin vida, informe y sin bordes, de semillas discordantes y justamente llamada Caos», descripción que se aparta del más antiguo significado del elemento mítico (‘resquicio’ o ‘hueco’), pero que ha determinado la orientación de las interpretaciones en uso desde entonces, hasta llegar a la actual concepción familiar de ‘completo desorden’.

OTROS MITOS DEL CAOS: En China: Cuenta una leyenda que Hu, el emperador del mar del norte y Shu, el emperador del mar del sur, acostumbraban encontrarse a mitad de camino entre sus respectivos dominios. Esta región pertenecía a Hum-Tun (este nombre significa Caos), que era el emperador de la región del Centro. Hum- Tun era muy amable y hospitalario, pero tenía un defecto: carecía de los siete orificios primordiales, para ver, oír, comer y respirar. Como agradecimiento a tanta hospitalidad, Hu y Shu decidieron crearle los orificios a razón de uno por día. Pero el séptimo día Hum-Tun murió. Al desaparecer el Caos surgió el universo. Si bien, mucho de la mitología China es único, comparte bastante con Japón y Corea debido a su influencia en la antigüedad. Hay que decir que parte de esos mitos y leyendas tienen similitudes sorprendentes con las mitologías germana, griega y eslava. Estos mitos se encuentran recogidos en múltiples obras de Historia, Filosofía o Poesía, pertenecientes a corrientes de pensamiento como en el confucionismo y taoísmo, entre otras, en forma de menciones a personajes mitológicos y los hechos o leyendas que se les atribuyen. En la mitología china,  no aparecen referencias en la literatura sobre la creación, hasta después de la fundación del confucionismo y el taoísmo. La creación de los primeros seres es atribuida a Shangdi, Tian (el cielo), Nüwa, Pangu o al Emperador de Jade, según los textos que se consulten. Siendo la de Pangu la más fantástica, y la del Empreador de Jade. Es  la que hoy en día más se cree, pues durante el año nuevo chino, el noveno día del mes lunar, se celebra su cumpleaños quemando incienso y ofreciendo ofrendas. Al comienzo sólo había un caos sin forma del que surgió un huevo de 18.000 años. Cuando las fuerzas yin y yang estaban equilibradas,  Pangu salió del huevo y tomó la tarea de crear el mundo. Dividió el yin y el yang con su hacha. El yin, pesado, se hundió para formar la tierra, mientras que el Yang se elevó para formar los cielos. Pangu permaneció entre ambos elevando el cielo durante 18.000 años, tras los cuales descansó. De su respiración surgió el viento, de su voz el trueno, del ojo izquierdo el sol y del derecho la luna. Su cuerpo se transformó en las montañas, su sangre en los ríos, sus músculos en las tierras fértiles, el vello de su cara en las estrellas y la Vía Láctea. Su pelo dio origen a los bosques, sus huesos a los minerales de valor, la médula a los diamantes sagrados. Su sudor cayó en forma de lluvia y las pequeñas criaturas que poblaban su cuerpo (pulgas en algunas versiones), llevadas por el viento, se convirtieron en los seres humanos.  El otro mito sobre la creación es el del Emperador de Jade, se dice que creó a los seres humanos a partir del barro. Después los puso al sol para que se secaran, pero comenzó a llover y algunas de las figuras se deformaron. Esto explicaría el origen de las enfermedades y de las malformaciones físicas. Esta autoría también es atribuida a Nüwa que habría hecho los hombres con barro del río Amarillo.

En Egipto: En el origen no existía nada, sólo un inmenso caos en forma de océano de aguas primigenias revueltas, y absolutamente oscuras llamado Nun, que al no haberse creado el universo aun, tampoco podía considerarse existencia, ni tenía conciencia de ella. De él surge espontáneamente un pensamiento consciente o demiurgo, que es la entidad impulsora del universo y le comunica a Nun que existe. En ese preciso instante, con el origen de la primera palabra, surge una colina del océano primigenio (Heliópolis) y en lo alto, procedente de un huevo, nace una serpiente y se crea a si mismo como padre de todos los dioses, Atum. Con el primer sonido que emitió en forma de ave, nació el tiempo, y voló en todas las direcciones a la vez y puso orden en el caos. Evolucionó a un estado superior llamado Ra el Dios Sol, pasando Atum y Horajti a formar parte de los estados de Ra, amanecer y anochecer. Al sentirse sólo se masturbó con su propia sombra, y de su semilla y saliva emergieron Shu (dios del aire) y Tefnut (diosa de la humedad). Así  una vez creada la primera pareja de diferente sexo, engendraron a Gueb, que emergió convirtiéndose en la tierra, y  su mujer Nut personalizó el cielo Nun, el «océano primordial» en la mitología egipcia, elemento común en todas las cosmogonías del Antiguo Egipto. El término Nun es el utilizado en el periodo tardío, mientras que más arcaicamente se utilizaba Nuu.  Nun, considerado divinidad benefactora, es representado algunas veces con forma humana, o con cabeza de rana (Hermópolis) coronado con dos altas plumas o con su nombre jeroglífico sobre la cabeza.

Nun era entendido como un "concepto"; es el principio común en todas las cosmogonías, la primera sustancia abstracta, el elemento caótico que contiene el potencial de la vida, simbolizado como caóticas aguas primordiales que ocupaban todo el universo. En el principio, antes de la creación, sólo hay Nun (pero «no existe»), es un océano inerte, sin límites, rodeado de absoluta oscuridad, que no es la noche, pues aún no se había creado esta. Los sacerdotes egipcios, para describir este estado, enumeraban lo que no existía. Del Nun surge espontáneamente la vida como demiurgo que sólo piensa. A continuación el demiurgo comienza a hablar, y se disocia del Nun que se convierte en el «océano primordial». Aún no existe y por ende no ve lo que ocurre. Entonces el Demiurgo comenta al Nun lo que sucede; el relato del Demiurgo provocando la respuesta y el despertar del Nun, es el origen de la palabra, y del diálogo. En ese momento el Demiurgo se mueve y es el principio de la Creación. Pues el Demiurgo y el Nun no forman parte realmente de la Creación. Se creía que, después de la creación, las aguas del Nun rodeaban la Tierra, siendo Nun el responsable de la inundación anual del Nilo, y de las aguas subterráneas que marcaban los límites entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Nun, como concepto deificado, posee un Ba (espíritu) que es el Sol. Sus títulos principales fueron: "El Océano Primordial", "Las Aguas de la Vida", o "El Padre de los Dioses”.

LA METAFÍSICA ocupa un lugar importante dentro del conocimiento humano, ya que el hombre al preguntarse acerca del origen del mundo, lo hace también del suyo propio. Es tan sencillo como decir que la metafísica empieza donde termina el lenguaje de la ciencia. A pesar de que los griegos tuvieron filosofía y los judíos sólo religión, es interesante hacer notar que el pensamiento metafísico fue más acentuado en los griegos. A diferencia de los mitos babilónicos y griegos, en los cuales el mundo tiene su origen en peleas entre los dioses paganos, en el Antiguo Testamento se hace un planteamiento racional, no antropomórfico e incluso casi científico del origen del mundo. Si nos referimos al texto del Antiguo Testamento vemos que la primera de las especificaciones teológicas es el enunciado del estado caótico original de la Tierra, el cual se plantea con la ayuda de una serie de conceptos corrientes en el pensamiento cosmológico sacerdotal.  Tohuwabowu significa lo informe, la masa primigenia de aguas rodeada de tinieblas, designa al caos en su aspecto material como un elemento primordial líquido, pero suscita al mismo tiempo una asociación con el aspecto dimensional: tehom = océano caótico es el abismo cósmico (la palabra está relacionada lingüísticamente con Tiamat, el dragón babilónico del caos, cuya destrucción a manos de Marduk permite la creación del Universo). Por otra parte, Edmundo Valadés (El libro de la imaginación) nos narra la siguiente versión de la creación proveniente de la Teogonía Náhuatl…  El mundo estaba lleno de agua. Y en el agua vivía la Señora de la Tierra. Era un monstruo cubierto de ojos y de fauces. Tezcatlipoca y Quetzalcóatl decidieron darle forma a la Tierra. Convertidos en serpientes, enlazaron y estrecharon al monstruo hasta que se rompió en sus dos mitades. Con la parte inferior hicieron la Tierra y con la parte superior el cielo. Los otros dioses bajaron a consolarla y, para compensar el daño que Tezcatlipoca y Quetzalcóatl acababan de hacerle, le otorgaron el don de que su carne proporcionara cuanto el hombre necesita para vivir en el mundo.
Tras todo lo creado subsiste el abismo de lo informe, que puede ser continuamente engullido por ese abismo; el caos constituye, en suma, una perpetua amenaza para las criaturas. Cuando hablamos de caos, la primera idea que nos viene a la mente es de carácter negativo, como una imperfección, algo que causa inquietud y, más aún, se ve como una forma del Mal. El tema, como dice Pierre Tuiller, filósofo e historiador de la ciencia, ha sido uno de los más discutidos, y en todas las mitologías, religiones y filosofía se ha tratado de resolver la pregunta clave: ¿cuál es el orden universal?.

EL CAOS DETERMINISTA: En años recientes, parte de la comunidad científica en todo el mundo ha comenzado a hablar incesantemente de caos, desorden, aperiodicidad, para explicar muchos fenómenos que se suceden en la naturaleza y en experimentos controlados de laboratorio, que se caracterizan por tener un comportamiento que no puede ser descrito por leyes matemáticas sencillas. Más extraño aún es el hecho de que este tipo de caos emerge de fenómenos cuya evolución es inicialmente determinista. Contrariamente a lo que podría esperarse, al aumentar la cantidad de información disponible no se evita la imposibilidad de conocer la progresión futura del sistema. Dicha evolución queda determinada por su pasado y una de las propiedades peculiares del caos es que la mínima incertidumbre en la definición de las condiciones iniciales se amplifica exponencialmente, alcanzando proporciones macroscópicas que impiden conocer lo que sucederá a largo plazo. El descubrimiento del caos determinista ha forzado un cambio sustancial en la filosofía de la ciencia: por una parte, establece límites a nuestra capacidad para predecir un comportamiento; por otra, abre un nuevo espacio para comprender muchos fenómenos aleatorios que suceden en varios campos del conocimiento. Sin embargo, la aceptación que estos fenómenos han tenido entre los científicos no ha sido general… el polvo de la casa a veces se suele esconder cómodamente debajo de la alfombra, pero tarde o temprano requerirá de nuestra atención. El polvo afea el orden, pues si existe un componente de aleatoriedad o de imperfección, se destruyen las simetrías intrínsecas que simplifican la predicción física. Sin embargo, a pesar de que se niegue su existencia, las evidencias son contundentes: el polvo se manifiesta en la física a escalas tan microscópicas como es la distribución de los niveles de energía en ciertos sistemas atómicos; en química se describen reacciones oscilatorias en las que, una vez desencadenadas, al cabo de cierto tiempo parece regresarse a los reactivos de partida. En los movimientos de los planetas de nuestro Sistema Solar también encontramos comportamientos desordenados, así como en los cambios climáticos, el ritmo cardiaco, la vida económica y las epidemias que atacan a la humanidad, por nombrar sólo algunos. Definir el concepto de desorden no es una tarea fácil ya que cada quien tiene una idea propia de él. En ciertos casos evoca un estado de confusión, una disposición de cosas más o menos irregular, pero independientemente de los giros semánticos la idea general es que el orden ha sido gravemente perturbado.
El desorden se presenta entonces como algo que nunca debió haber existido y en el dominio de las ciencias se le acusa de delincuente que viola las "leyes de la naturaleza". Durante mucho tiempo, la ciencia ha hecho suyo el credo de que detrás de los desórdenes aparentes de la naturaleza siempre existe un orden escondido. Predecesores de esta filosofía son los pitagóricos y Platón. Para este último, el estado ideal del Cosmos es cuando cada cosa está en su lugar. La racionalidad del Cosmos la interpreta como el resultado de una operación efectuada por un poder ordenador, una figura semi-mítica a la que llama Demiurgo, especie de "obrero" que ordena el desorden al crear el Cosmos, palabra que significa en primer lugar belleza, arreglo, orden y en segunda instancia, mundo, es decir, orden del mundo. Nos dice Platón: Con todo aquello en desorden, el dios insertó proporciones en cada cosa respecto de sí, y respecto de los demás, esas simetrías eran tan abundantes que fue posible y se encontraban en las cosas ajustadas según proporción y medida común [...] todas esas partes primero fueron ordenadas y luego se constituyó con ellas ese todo, viviente, único, que contiene en sí mismo a todos los vivientes mortales e inmortales.
El mundo es matemáticamente ordenado y el trabajo del hombre de ciencia consiste en encontrar las estructuras racionales que sirvieron de modelo al Demiurgo. Según Platón, en el campo de los elementos microscópicos estas formas perfectas se identifican con los poliedros regulares, en particular con el círculo. Por ello los astrónomos, hasta Kepler, redujeron todas las trayectorias celestes a círculos o combinaciones de ellos. Sin embargo, el mismo Platón, aunque obsesionado por el orden, le presta gran atención a los desórdenes y sugiere que el orden ideal no puede ser jamás instaurado de manera absoluta en los objetos materiales. Hay algo que se resiste, que impide a las estructuras matemáticas realizarse perfectamente: la Naturaleza emergida de las manos del Demiurgo es sede de una agitación permanente. Podemos, por tanto, afirmar que la ciencia ha estado influida durante muchos siglos por los conceptos de Platón, quien delinea tres niveles principales de jerarquización. En el nivel superior se encuentran las ideas y formas matemáticas que constituyen los modelos ideales de todas las cosas. Es el dominio del orden, en el otro extremo se encuentra el Caos, estado primordial carente de orden y desorden, que escapa a toda descripción. Entre esos dos niveles está nuestro mundo, resultado del trabajo del Demiurgo, que tiene un poco de orden y desorden.
Aunque idealmente es ordenado y obedece a leyes deterministas, no está exento de carácter aleatorio. Uno de los postulados que ha regido la ciencia nos dice que existen regularidades en la sucesión temporal de los eventos, que ocurren en el universo material y en algunas características mensurables de los sistemas materiales relativamente aislados, cuando están en equilibrio. Como afirma A. Rosenblueth, este principio es la esencia del determinismo o la causalidad, puesto que implica que es posible predecir el futuro de un sistema si se conocen en un momento dado las condiciones de los elementos que lo constituyen.
Las ecuaciones que empleaba la física clásica para expresar sus leyes, tanto las que se referían a los equilibrios como las que expresaban los procesos dinámicos, tenían una forma que implicaba relaciones causales precisas y rigurosa entre sus variables; eran, por lo tanto, compatibles con las formulaciones filosóficas del principio de causalidad.

EL COLAPSO DE LA PREDICCIÓN: Una de las primeras sacudidas a la sólida estructura del determinismo la proporcionó la conocida teoría cinética de los gases, desarrollada por J. G. Maxwell y luego perfeccionada por L. Boltzman. En ella se trata de concebir y analizar los mecanismos ocultos presentes en un gas, y con ello explicar las propiedades manifiestas en el nivel macroscópico (volumen, temperatura, presión). Supusieron que las sustancias estaban compuestas de átomos, pero en lugar de razonar en forma individual, manejaron el problema en forma estadística y calcularon promedios basándose en el principio de que la energía del gas se distribuye uniformemente entre las partículas que lo componen (principio de equipartición de la energía). Maxwell y Boltzman, como nos dice P. Tuiller,  hacen emerger el orden del caos, pues las regularidades observadas en el nivel macroscópico provienen de la incapacidad que tenemos para predecir las trayectorias individuales de los átomos. Por otra parte, el lenguaje de la estadística es una manera subjetiva de analizar la objetividad de la naturaleza. Recurrimos a ella no porque los acontecimientos sean de naturaleza azarosa, sino porque desconocemos subjetivamente cuál va a ser el curso que van a tomar dichos acontecimientos. Cada una de las partes que integran los sistemas de la naturaleza tiene una historia individual, pero como integran sistemas tan complejos, en los cuales interviene un número tan grande de partes, es imposible conocer la historia individual de cada parte y por ello debemos recurrir a la estadística.  La estructura determinista termina de colapsarse con la aparición de la teoría de la mecánica cuántica, en particular con el principio de incertidumbre de Heisenberg, el cual postula que no se puede medir al mismo tiempo la posición y la velocidad de una partícula. Si se requiere precisar dónde está la partícula, su momento lineal se vuelve indefinido y viceversa: al tratar de definir la velocidad dentro de límites estrechos, menos se sabe dónde se halla la partícula.
De lo anterior se deduce que de acuerdo con la mecánica cuántica, cualquier medida inicial es siempre insegura y que el caos asegura que las incertidumbres sobrepasan la habilidad de hacer cualquier predicción. No es de extrañar que la teoría cuántica tuviese numerosos opositores cuando fue elaborada.
De acuerdo con el principio de incertidumbre de Heisenberg, el macro-orden de la naturaleza dependería del micro-caos de los procesos íntimos de la materia. En el campo de las ciencias naturales, el embate contra el determinismo fue similar. Un ejemplo lo constituyen las teorías sobre la genética desarrolladas por Gregor Mendel, formuladas en 1865, pero que fueron aceptadas a partir de 1900. Antes de los trabajos de Mendel se admitía como cierto el dogma de la génesis, según la cual las especies fueron creadas en pares únicos, hembra y macho, en un punto de la Tierra a partir del cual se propagaron.
Una especie que tenía características intermedias entre dos de ellas era considerada un híbrido, un mutante, algo que rompía el orden y debía desaparecer para regenerar el modelo deseado por el Creador. Las leyes de Mendel sobre la hibridación aportaron a la biología un concepto revolucionario para su época, el cual indica que los organismos no se reproducen a sí mismos y por tanto no transmiten sus propios caracteres, sino que procrean aportando a sus descendientes sólo la mitad de su patrimonio genético. Contó los granos y aplicó los métodos pre-estadísticos de su época, basándose en la ley de grandes números, pero sin conocer a fondo la teoría matemática. De su trabajo se deduce que las mezclas de especies siempre son posibles y que resultan tan fecundas como sus progenitores, mientras que los híbridos, cuando llegan a ser viables son frecuentemente estériles. No obstante, el grado de esterilidad no se encuentra asociado estrictamente con la afinidad de las formas, pues está gobernado por leyes complicadas y todavía escasamente conocidas.
Tal vez el más destacado de los científicos de las ciencias naturales haya sido Charles Darwin, quien decía simplemente que las variaciones aleatorias, seleccionadas en forma ciega, pueden engendrar toda la diversidad de formas vivientes. He aquí otro buen ejemplo del desorden que engendra el orden.

BORGES Y EL DESORDEN: Prosigamos esa historia del caos con un cuento... de Jorge Luis Borges. En "La lotería de Babilonia" el personaje central relata que este juego formaba parte principal de la realidad, y si bien poca gente lo jugaba, una organización, llamada La Compañía, despertó el interés del público al incorporar unos cuantos resultados negativos dentro de los números favorables.
La lotería era secreta, gratuita y general. Todos participaban en los sorteos y las consecuencias eran incalculables, pues el asesinato de alguien o el descubrimiento de un tesoro podía ser el resultado de numerosos sorteos previos. Si la lotería era una periódica infusión del caos en el Cosmos, mejor sería que el azar interviniese en todas las etapas del sorteo y no en uno solo. Ninguna decisión es final y todas se ramifican en otras. Cuenta el personaje que hay quien dice que La Compañía no existe y que el desorden de nuestras vidas es puramente hereditario, mientras que otros declaran que es omnipotente, pero sólo influye en cosas minúsculas (como por ejemplo, el aleteo de una mariposa). ¿Se suceden los hechos al azar o funciona el mundo siguiendo reglas que podemos descubrir? Si decimos que el mundo tiene un sentido, y si éste es perfectamente inteligible, esto significa que el pasado y el futuro están abiertos ante nosotros como un libro. Por el contrario, si negamos lo anterior, no es posible discernir ninguna regla y si no entendemos el pasado, menos podremos predecir el futuro.
La verdad, parece ser, se encuentra a medio camino entre esas dos aseveraciones, pero antes de abogar por ella, presentemos las dos versiones. EL AZAR: El azar, según una definición clásica, es la intersección de series causales independientes. Lo aleatorio, en oposición al determinismo, es la independencia del pasado y del futuro. Un personaje del cuento de Borges sale de su casa y después de caminar un tiempo le cae un objeto encima que lo mata: ¿fue el azar? Hay quien afirma que no existen las series causales independientes en nuestro Universo: al caminar, el personaje ejerce en la calle una fuerza de atracción sobre el objeto que lo va a matar, ya que la cantidad de viento que desplaza en su movimiento es inseparable de todo un contexto meteorológico en el que la actividad pasada de la víctima ha tenido su contribución.
A veces uno oye decir que los movimientos de los planetas obedecen leyes rigurosas, mientras que la tirada de un dado es fortuita o sujeta al azar. Karl Popper decía que la diferencia entre estas dos cosas reside en el hecho de que no somos capaces de predecir los resultados individuales de las tiradas de un dado. Para deducir predicciones se necesitan leyes y condiciones iniciales: si no se dispone de leyes apropiadas o si no se pueden averiguar las condiciones iniciales, el modo científico de predecir se desmorona. Sin duda alguna, cuando tiramos un dado no tenemos el conocimiento suficiente de las condiciones iniciales; si dispusiéramos de mediciones suficientemente precisas también sería posible hacer predicciones en este caso, pero las reglas para tirar el dado correctamente están elegidas de tal modo que nos impiden medir las condiciones iniciales, por lo tanto decimos que el proceso es aleatorio.

EL DETERMINISMO: Por otra parte, A. Rosenblueth en su libro Mente y cerebro nos describe con acierto uno de los postulados científicos que se han adoptado en la ciencia, del cual ya hablamos con anterioridad. Según éste, existen regularidades en la sucesión temporal de los fenómenos que ocurren en el universo material y hay características que son mesurables en los sistemas materiales relativamente aislados cuando están en equilibrio. Éste es el postulado del determinismo o de la causalidad, y según él, es posible predecir los estados futuros de un sistema material si se conocen en un momento dado las condiciones de los elementos que lo constituyen. Todo lo que se producirá mañana tiene una causa hoy, y un conocimiento bastante preciso de la causa permitirá predecir el efecto. Dos tipos de situaciones se presentan en los sistemas materiales: en el primero el tiempo es una de las variables, mientras que en el segundo no existe tal variable. En cualquiera de los dos casos la herramienta clásica que se emplea para describirlos es la ecuación diferencial. Si un fenómeno está regido por ella, su evolución está totalmente inscrita en su estado presente: el conocimiento perfecto de éste permite reconstruir su pasado y predecir su futuro. La ecuación diferencial es una relación válida en cada instante entre la posición de un móvil, su aceleración y su velocidad. Cuando se integra la ecuación se deduce la trayectoria del móvil y su desplazamiento sobre ésta. Una relación instantánea entre la posición y la velocidad permite determinar por completo tanto una como otra, siempre y cuando se conozca la posición en el instante inicial. Eli de Gortari (Ensayos filosóficos sobre la ciencia moderna) llama la atención sobre ciertas restricciones que tiene el determinismo. El presente físico implica siempre un lapso de cierta duración y, por lo tanto, las condiciones iniciales no son estrictamente instantáneas. Lo anterior implica que el sistema sigue evolucionando durante la condición inicial tomada como punto de partida, por lo cual es irrealizable la previsión estrictamente rigurosa del estado del sistema en un instante dado. Otro punto importante es que para conocer exactamente la posición en el instante inicial es necesario hacer una medición perfecta, cosa imposible ya que las mediciones científicas están siempre afectadas por errores experimentales, además, al medir perturbamos el sistema, pues destruimos su aislamiento.

LAS RUTAS DEL CAOS: Decía Borges… "la decisión final no existe, se ramifica en otras". Este proceso, al que se le suele llamar duplicación periódica, es una secuencia que antecede el periodo caótico y también se le denomina bifurcación en forma de tenedor, ya que su forma recuerda tal instrumento. Este mecanismo de duplicación periódica ha sido muy estudiado ya que representa una de las rutas hacia el caos y es común en muchos sistemas dinámicos reales.  TODO DEPENDE DEL INICIO: Una conclusión muy importante que se deriva del estudio del caos fue claramente descrita por Henri Poincaré en 1908. Este notable matemático francés, empleando las herramientas del cálculo, escribió la siguiente conclusión de sus trabajos sobre las ecuaciones que describen la evolución temporal de varios sistemas: "una causa muy pequeña, que se nos escapa, determina un efecto notable que no podemos ver y decimos entonces que tal efecto se debe al azar."

LAS MARIPOSAS DE LORENZ: En 1963 el meteorólogo Eduard Lorenz, interesado en obtener un modelo que predijera el clima, trabajaba con una computadora para desarrollar un sistema que simulara el complejo movimiento de la atmósfera. El modelo había sido simplificado al máximo: una capa de aire próxima a la superficie se eleva por el calentamiento que le provoca la radiación solar absorbida en el suelo. El programa de cálculo incluía un conjunto de tres ecuaciones diferenciales cuyas variables representaban el movimiento, la variación horizontal y vertical de la temperatura. Lorenz pidió a la máquina que a partir de ciertos valores iniciales que él propuso, calculara los datos correspondientes para diferentes intervalos, por medio de iteraciones como las que ya describimos. Cada uno de los resultados fue impreso en una gráfica de tres ejes (X, Y, Z) y cada uno representa una de las variables del modelo. Para su asombro, los valores obtenidos formaron una figura parecida a una mariposa con sus alas desplegadas…

Definición técnica de Caos:  un sistema dinámico caótico es aquel que exhibe muchos de los atributos de los sistemas ideales aleatorios; en esencia su evolución es impredecible debido a la extrema sensibilidad a las condiciones iniciales y el promedio de sus propiedades se puede describir empleando métodos estadísticos. Por lo tanto, una manifestación de la incapacidad de predecir la dinámica de un sistema caótico es que su evolución en el tiempo es computacionalmente irreducible. La manera más rápida de saber cómo prosigue la dinámica de un sistema caótico es observando su evolución. Veámoslo de esta manera: supongamos que se realiza la simulación mediante una serie de números binarios de la evolución del sistema de Lorenz. Un científico intentará explicar estas observaciones por medio de una teoría que puede verse como el algoritmo capaz de generar la serie de resultados y extenderla, es decir, predecir las observaciones futuras. Para una serie dada de observaciones siempre existirán otras teorías que compiten entre sí y el científico tendrá que escoger entre ellas. El modelo que se escoja tendrá la menor cantidad de bits. Entre más pequeño es el programa, más se comprende el fenómeno que se estudia. El hecho es que los resultados de la simulación del fenómeno meteorológico no pueden ser predichos, por lo que cabe hacer la reflexión de si existen realmente sistemas azarosos ideales en el mundo de la física clásica o más bien la aparente aleatoriedad que observamos y explotamos en las teorías estadísticas no es otra cosa que el comportamiento caótico de algún sistema dinámico determinista escondido.

CONSIDERACIONES FINALES :
EL Caos determinista aporta una visión contraria a la que se tuvo durante mucho tiempo en el sentido de que un sistema se podía conocer si se estudiaban por separado las partes que lo constituyen. Con el caos se ha demostrado que un sistema puede exhibir un comportamiento muy complicado que emerge como consecuencia de la interacción no lineal de unos cuantos componentes del mismo. Por lo tanto, para que se presenten las oscilaciones y el caos, como también la posibilidad de tener varios estados estables, no se requieren complejos bloques de construcción.
Hemos visto que ecuaciones matemáticas muy sencillas generan resultados en donde es imposible la predicción del valor, si no hay un número de requisitos mínimos satisfechos. Tal parece que este comportamiento también aparece en la química. Antes de que se comprobara la existencia de las oscilaciones en la química, se invocó la segunda ley de la termodinámica en forma incorrecta y se esgrimió como argumento para comprobar la inexistencia de las oscilaciones. Sin embargo, las reacciones químicas no hicieron caso de tales ideas y siguieron oscilando, por lo que los científicos tuvieron que pensar con más cuidado sobre estos fenómenos.
Tal vez lo que resulta del aprendizaje del caos en la química (y en muchas otras disciplinas) es que aun cuando seamos capaces de obtener las leyes cinéticas que gobiernan la reacción a partir de un mecanismo detallado del cual conocemos todos los intermediarios, la predicción siempre será incierta y el problema no se solucionará gastando más dinero en costosas computadoras que simulen los datos.
La única alternativa sería determinar todas las concentraciones iniciales con una precisión infinitamente exacta, pero eso es imposible (fantaseando, tal vez,  La Compañía del cuento de Borges lo pudiera hacer). Pero en el fondo no estamos del todo perdidos; aunque renunciemos a las predicciones a largo término, la teoría del caos puede ayudarnos a evaluar qué tan predecible es un sistema, en qué rango de tiempo podemos hacer predicciones y cuáles son las desviaciones esperadas alrededor de cierto valor promedio, o cuál será el comportamiento promedio del sistema para cierto periodo; todas estas son incógnitas que podemos evaluar. Asimismo, es posible aprender a dirigir un sistema no en forma directa, sino utilizando sus facultades de auto-organización y con el ajuste de criterios adecuados de control. La naturaleza, sin embargo, emplea el caos en forma constructiva: al amplificar las pequeñas fluctuaciones provee sistemas que permiten el acceso a la creatividad.
La evolución biológica demanda una variabilidad genética, el caos puede proporcionar un medio para estructurar los cambios azarosos, ofreciendo la posibilidad de poner la diversificación bajo el control de la evolución. Aún más, podemos especular que la creatividad innata en la que viejas y nuevas ideas se conectan debe tener un trasfondo caótico que permite amplificar las fluctuaciones y moldearlas para dar estados mentales macroscópicamente coherentes, los cuales se experimentan como nuevos pensamientos.
El caos provee un mecanismo que nos permite tener un libre albedrío en un mundo gobernado por leyes deterministas. En resumen se puede decir que existe una ciencia del desorden. En cierta escala, todos los fenómenos son desordenados, irregulares y no pueden reducirse a formas puras. De tal manera que la ciencia del caos encuentra el desorden escondido entre un aparente orden real.

Nota sobre el autor :  Joel Fortunato Reyes Pérez, nació en Cd. Cuauhtémoc, Chihuahua, México. Es médico cirujano especialista en psiquiatría (UNAM),y tiene 3 maestrías en áreas de Sexualidad Humana, Educación Superior, y Educación Especial (para discapacidad somática e intelectual). Es escritor de poesía desde hace más de 30 años, tiene publicado el libro Poemas Cercanos ( Ed. Palibrio) y ha escrito en diversas revistas sobre Salud Mental, Medicina, Arte, Filosofía y Religiones Comparadas. Ha sido catedrático en Universidades Mexicanas en Medicina, Psicología, Enfermería, niveles de licenciaturas y posgrados. Y ha participado en múltiples Congresos e imparte diversas conferencias.

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