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LOS HICSOS: Origen, evolución e importancia.

LOS HICSOS
Origen, evolución e importancia.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Introducción:

El Valle del Nilo, ha sido asiento de muy variados grupos humanos y una gran civilización;  fertilizado por las crecidas anuales del río , que ha ofrecido especiales condiciones de vida desde el mismo paleolítico y posterior a él, empujado por la progresiva sequía de la región, que en otro tiempo gozaba de clima cálido y abundantes lluvias. Sus primeros habitantes pertenecían  a la estirpe camítica, como los bereberes, somalíes y galla. Posteriormente se mezclan con semitas procedentes del Este y originan el tipo étnico egipcio. Las fuentes para la reconstrucción de su historia son abundantes. Por ejemplo: procedentes de egipcios se tienen la Listas Reales (más del Imperio Nuevo),  Lista de Abidos en la pared de la tumba de Set I, Tableta de Karnak, Tableta de Saqqarah, Papiro del Rey (escrito en hierático), Piedra de Palermo (V Dinastía), y muchas fuentes más, como las literarias no-egipcias, en geógrafos e historiadores como: Heródoto, Diodoro Sículo, y Eratóstenes. O helenizados como Manetón, al que se debe la división en treinta dinastías, y otros como Eusebio de Cesarea, Julio Africano y Flavio Josefo. No obstante, hay notables lagunas y puntos que se encuentran bajo intensa investigación. Por ejemplo: pocos problemas han preocupado tanto a historiadores, filólogos y arqueólogos, entre otros investigadores del Oriente Medio,  como el poder llegar a descifrar el origen de los Hicsos, y  por lo tanto, resolver el fenómeno socio-cultural representado por ellos, proporcionando algunas respuestas al vacío histórico que supuso el final del Imperio Medio, y que dio paso al llamado Segundo Período Intermedio. Aunque con frecuencia los datos obtenidos por la excavación arqueológica aclaran y confirman hipótesis. Pero, a veces, sucede lo contrario, y plantean nuevas y mayores interrogantes, como el descubrimiento de algún archivo , la interpretación, y múltiples restos materiales, obligan al investigador  a modificar los esquemas previos., a renunciar a ideas preconcebidas, teorías cómodas y aceptadas por todos. Por lo que muchas veces las obras quedan rápidamente anticuadas. Si bien, el tema de los Hicsos sigue siendo de difícil solución, resultan necesarias las obras de síntesis, especialmente siendo conscientes de su propia provisionalidad, lo que motiva a mayores investigaciones, mejores hipótesis, fijando la atención en puntos más oscuros o inexplicables con los medios disponibles en ese momento y contexto espacio-temporal.

Objetivo:

El propósito básico de este trabajo, es mostrar algunas de las características de los Hicsos, tomando su contexto historiográfico y las complejidades que se encuentran en su estudio profundo, tanto desde su origen, como evolución e importancia.

Consideraciones Preliminares:

Con el término hicsos (en egipcio heqa khaseshet, 'gobernantes extranjeros', en griego ὑκσώς  hiksós) se designa a un grupo humano procedente del Cercano Oriente (en el texto griego de Manetón, pros anatolên) que se hizo con el control del Bajo Egipto a mediados de siglo XVII a. C.   Así lo cita Flavio Josefo: …Durante el reinado de Tutimeos, la ira de Dios se abatió sobre nosotros; y de una extraña manera, desde las regiones hacia el Este una raza desconocida de invasores se puso en marcha contra nuestro país, seguro de la victoria. Habiendo derrotado a los regidores del país, quemaron despiadadamente nuestras ciudades. Finalmente eligieron como rey a uno de ellos, de nombre Salitis, el cual situó su capital en Menfis, exigiendo tributos al Alto y Bajo Egipto... (Flavio Josefo. Contra Apión).  Por otra parte, Hicsos es el término helenizado de la denominación egipcia heqa khaseshet (hḳȝ ḫȝs w t), que significa 'soberanos de países extranjeros', literalmente 'gobernantes de países montañosos'. Los que escribieron acerca de los hicsos determinaron su origen, muchas veces, en función de sus prejuicios, sin pruebas concluyentes. Puede que todos tengan parte de razón y que el término hicsos se refiera al conjunto heterogéneo de extranjeros llegados a Egipto, provenientes de muchas regiones. Por ejemplo:  Fenicios, al menos los reyes –Manetón siglo III a. C. –Julio Africano siglo III d. C.. Pre-israelitas (habiru o hebreos), pre-Éxodo –Flavio Josefo (Contra Apión I, 14) siglo I –Waddell 1940, 89.  Fenicios del primer milenio –Newton 1728 –Illig 1992.   La invención de un narrador –Uhlemann 1858.  Hititas –Procksch 1914 –Pieper 1925.  Indo-arios o indoeuropeos –Meyker 1928.  Hurritas –Watzinger 1933 –Wolfgang Helck 1971.  Amalecitas bíblicos del siglo XV a. C. –Velikovsky 1952.  Amoritas o antiguos babilónicos –Van Seters 1966.  Micénicos –Dayton 1978. Sirio-palestinos (Cananeos) –Weinstein 1981 –Kempinsky 1985 –Dever 1985 –Mazar 1990. Reino unido de Israel, de Saul a Salomón –Sieff 1988 –Chetwynd 1991.  Árabes beduinos invasores –Varios autores.  La teoría más acreditada es la de los hicsos como pueblos sirio-palestinos o cananeos. Aunque su origen sigue siendo un misterio, se sabe que los hicsos llegaron a Egipto desde Canaán y vivieron entre los egipcios por algún tiempo, al menos desde la XII dinastía, antes de su último ascenso al poder. Reinaron en el Bajo Egipto desde la dinastía XV hasta la XVII (1630-1523 a.C.). La conexión de los hicsos con Canaán o el Levante se demuestra por una gran cantidad de restos arqueológicos y artísticos y textos que se encuentran en todo Egipto, sobre todo en la antigua ciudad de Avaris, conocida por los arqueólogos como Tel el Dab'a. Estas personas dejaron una fuerte impronta en los egipcios. Se pude ver con mayor facilidad en la adopción de una diosa levantina que fue absorbida por la diosa Hathor. La existencia de pueblos semitas en el antiguo Egipto no está en duda. Los textos del Imperio Medio de Egipto de las dinastías XI y XII  tienen un número creciente de nombres semíticos, lo que demuestra la presencia de los pueblos semitas en Egipto en ese momento.  Rollston explica, "Además, contamos con hermosas pinturas de las tumbas del Reino Medio que demuestran la existencia de pueblos semitas en Egipto. Y más “Sobre la base de la evidencia arqueológica y textual de la dinastía de los hicsos en Egipto, está claro que estos semitas llegaron a ser tan poderosos durante el segundo periodo intermedio que gobernaron partes de Egipto por un tiempo”. Si bien, hay varias hipótesis sobre la identidad étnica del hicsos. La mayoría de los arqueólogos describen a los hicsos como de composición multi-étnica, para incluir todos los pueblos que ocuparon los emporios del delta. Algunos eran señores de la guerra que buscan empleo como mercenarios, otros eran trabajadores agrícolas en busca de trabajo, ayudando a producir alimentos, y algunos otros recurriendo al bandidaje, robo y otros delitos cuando no lo consiguieron. Otros eran trabajadores especializados, profesionales, médicos, escribas, sacerdotes, contables y comerciantes que importaban materias primas: como madera de Byblos, piedras semi-preciosas de lugares tan alejados como Afganistán, estaño, cobre y bronce, perfumes para los peluqueros, betún, natrón, ropa, incienso y mirra para la momificación e industria, así como de grano y cerveza, o exportar a lugares tan lejanos como Grecia. Aunque también se considera en el origen del término "Hicsos"  derivándose de la expresión egipcia heka khasewet, usado en los textos egipcios, como la Lista de Reyes de Turín para describir a los gobernantes de las tierras vecinas. Esta expresión comienza a aparecer tan pronto como a finales del Imperio Antiguo de Egipto, en referencia a varios jefes de Nubia, y en el Imperio Medio, en referencia a los jefes semíticos de Siria y Canaán. Por parte de los eruditos modernos generalmente se asume que los hicsos eran probables semitas que llegaron desde el Levante. Kamosis, el último rey de la dinastía XVII de Tebas, se refiere a Apophis como "Jefe de Retjenu" en una estela que implica un fondo cananeo semítico de este rey hicso, siendo esta  la evidencia más fuerte para un fondo cananeo de los hicsos. El nombre de Khyan "generalmente se ha interpretado como amorreo" Hayanu ", que la forma egipcia representa a la perfección, y eso es muy probable para que la interpretación sea correcta.  Kim Ryholt,  observa además, que el nombre Hayanu se registra en las listas de reyes asirios para un "ancestro remoto" de Shamshi-Adad I de Asiria, lo que sugiere que había sido utilizado durante siglos antes del propio reinado de Khyan. La cuestión del nombre de Sakir-Har, uno de los tres primeros reyes de la XV dinastía, también se inclina hacia un origen semítico occidental o cananea de los hicsos gobernantes. Aunque tradicionalmente, sólo los gobernantes de la Dinastía XV son llamados hicsos, no obstante, los faraones de la décimo quinta y décimo sexta dinastía eran hicsos, de origen no egipcio. Respecto a su identidad étnica hay varias hipótesis, aunque la población se componía de inmigrantes llegados desde Siria, Canaán y Mitani, que tras la debilidad de los reyes de la dinastía XIII tomaron el poder en el Bajo Egipto, manteniendo las costumbres y cultura egipcia, ya asimilada, y estableciendo su capital en Avaris, en el delta del Nilo.  Por otra parte, el nombre griego "Hicsos" fue acuñado por Manetón para identificar la dinastía XV de los gobernantes asiáticos del norte de Egipto. En Egipto los hicsos significa "gobernante de los países extranjeros", sin embargo, Josefo hizo mal la traducción  como "Reyes pastores".  En su obra contra Apion, el historiador del siglo I Flavio Josefo discute el sincronismo entre el relato bíblico del Éxodo de los israelitas de Egipto, y dos eventos que el historiador egipcio Manetón menciona. Es difícil distinguir entre lo que Manetón contó realmente y lo que Josefo o Apion interpretan.  Por ejemplo: Josefo identifica el éxodo de los israelitas con el primer éxodo mencionado por Manetón, cuando unos 480.000 «reyes pastores hicsos» (también designados como pastores, como reyes y como pastores prisioneros en su discusión) salen de Egipto hacia Jerusalén. La mención de los hicsos identifica este primer éxodo con el período Hicso (siglo XVI a. C). Por otra parte, Apion identifica un segundo éxodo mencionado por Manetón cuando un renegado, que el sacerdote egipcio llamó Osarsef, condujo 80.000 leprosos en rebelión contra Egipto. Manetón combina al parecer los acontecimientos del período de Amarna (en el siglo XIV a. C.) y los acontecimientos del final de la dinastía XIX (siglo XII a. C). Apion lo mezcla además con el éxodo bíblico y, contrario a Manetón, incluso alega que este sacerdote herético cambió el nombre a Moisés. Muchos eruditos interpretan que leprosos y sacerdotes leprosos no debe ser entendido de forma literal: no como enfermedad sino como una extraña e incómoda creencia ajena a la cultura egipcia.  Josefo se confunde al entender heqa Jasut (hicso) como Hekw Shasu (nómada), y traduce reyes de tierras extranjeras como reyes pastores.  Los hicsos tenían nombres cananeos, como se ve en las personas con nombres de deidades semíticas como Anat o Baal. Finalmente los hicsos siguieron desempeñando un papel importante en la literatura egipcia como sinónimo de "asiático" hasta los tiempos helenísticos. Sin embargo, el término fue evocado con frecuencia, contra los grupos que, como los semitas se establecieron en Asuán y el Delta, y esto puede haber dado lugar al historiador y sacerdote egipcio Manetón, el identificar la llegada de los hicsos con la estancia en Egipto de José y sus hermanos, y condujo a algunos autores a identificar la expulsión de los hicsos con el Éxodo. De particular interés resulta que,  hoy muchos expertos en Historia Antigua vinculan las diez plagas bíblicas contra Egipto en tiempos de Moisés con la erupción del volcán de Santorini.  De hecho, hay constancia de que por aquella época las aguas del País del Nilo se tiñeron de rojo debido a la presencia de enormes cantidades de óxido de hierro, y a que el azufre las convirtió en venenosas mientras las cenizas arrastradas por el viento abrasaban la vegetación y las cosechas. El registro de un escriba datado en aquel tiempo dice: "El sol se ha ocultado, nadie se ve en la sombra, las cosechas han muerto, ahora debemos sobrevivir". La hipótesis que relaciona la erupción del volcán de Santorini con el Éxodo del pueblo judío desde Egipto hacia la "tierra prometida" de Canaán ha vuelto a cobrar actualidad. No se puede negar, sin embargo, el que sea una propuesta  sugerente. Entre ellas destacan las concomitancias que apunta entre las diez plagas enviadas por Dios sobre los egipcios y los fenómenos geofísicos derivados de la erupción volcánica acaecida en Santorini hacia el año 1500 a.C. Como veremos, no resulta descabellado plantear la posibilidad de un éxodo desde Egipto a Canaán en un escenario como la citada catástrofe como telón de fondo. Aunque, a este respecto, hay distintas interpretaciones. Pero existe otra versión que sitúa a Moisés y la fecha del Éxodo en otro contexto histórico: en el siglo XIV a.C., durante el intento de instauración en Egipto del culto monoteísta al dios solar Atón por parte del faraón Akhenatón. Una auténtica revolución religiosa con la que, según algunos egiptólogos, el faraón pretendía transmitir a su pueblo la idea de la existencia de un Dios supremo y único, un conocimiento espiritual que hasta entonces había estado reservado a una restringida élite de sabios egipcios. Pero, finalmente, tras una serie de avatares que hasta la fecha continúan envueltos en el misterio, el régimen de Akhenatón fracasó y el faraón murió en extrañas circunstancias. Pues bien, según esta versión, Moisés fue un alto cargo de la jerarquía religiosa del entorno del faraón que, junto a otros partidarios del monoteísmo, decidió emigrar a Oriente Próximo tras la caída del monarca y la consiguiente devastación de la ciudad de Amarna (Akhetaton o Tell-elAmarna), la cual se había erigido como la nueva sede de la corte faraónica y del culto a Atón. De todo lo anterior se deduce que la cronología atribuible al Éxodo oscila entre los siglos XVII y XVI a.C. (el período de gobierno hicso en Egipto) y los siglos XIII y XII a.C., hacia el reinado de Ramsés II, en uno de cuyos papiros (Leiden 348) aparece mencionado un pueblo llamado habiru o apiru que también ha sido relacionado con los hebreos y con la construcción de la ciudad de Pi-Ramsés o Rameses, desde la que, según narra el Éxodo (12-37), partieron los judíos. En cualquier caso, hay varias ciudades vinculadas a estas confusas circunstancias históricas, que se localizan en la misma área del delta del Nilo: Avaris, antigua capital hicsa, Amarna y Rameses. Hoy en día el debate historiográfico sobre el Éxodo no se plantea la incógnita de si Moisés existió realmente o si este episodio narra hechos reales o ficticios. Lo más probable es que el relato sobre el Éxodo aglutine diferentes capítulos protagonizados por el pueblo judío que, con el paso del tiempo, fueron idealizados por la gente de cada época, hasta cristalizar en una única versión: el mito religioso que se convirtió en el capítulo fundacional del pueblo de Israel y que fue divulgado en el Antiguo Testamento mucho tiempo después. En este sentido, el catedrático de Filología griega de la Universidad Complutense Julio Trebolle Barrera comentaba lo siguiente en un ensayo publicado por National Geographic: “De no haber existido alguna tradición anterior, la historia del Éxodo no se habría convertido en el mito nacional del reino de Israel. El relato bíblico unifica posiblemente diferentes éxodos de reducidas dimensiones acaecidos a lo largo de varios siglos”

Antecedentes:

La primera historia de Egipto fue escrita en griego por el sacerdote egipcio Manetón hacia 280 a.C. por encargo del soberano Ptolomeo II. De ella no conservamos más que fragmentos transmitidos por otros autores -como el aquí seleccionado, transmitido por Flavio Josefo-, que la han reducido fundamentalmente a una lista de reyes agrupados por dinastías. Precisamente de Manetón procede la tradicional distribución de los faraones en treinta dinastías, desde Menes hasta la conquista de Egipto por Artajerjes III en 343 a.C. Sin embargo, aquéllas no deben ser entendidas en el sentido moderno de la palabra: a menudo sucesiones regulares de soberanos dentro de una misma familia se reparten entre varias dinastías; otras veces una misma dinastía reúne a soberanos entre los que no existe ningún parentesco; y a menudo diferentes dinastías gobiernan simultáneamente en áreas diversas del territorio egipcio.
Nacido en el seno de una familia aristocrática descendiente de los Asmoneos, el historiador judío Flavio Josefo (37/38-97/100 d.C.) participó en la rebelión de su país contra los romanos (años 66-70), pero, capturado en el año 67, se convirtió en protegido de Vespasiano al profetizar su ascenso al trono. Obtuvo la ciudadanía romana y se estableció definitivamente en Roma, donde se dedicó a la redacción de sus obras históricas: los siete libros de La Guerra de los judíos -escrita originalmente en arameo y traducida al griego en 75 por el propio autor-, que alcanzan desde la sublevación de los Macabeos hasta el fin de la rebelión judía contra Roma (167 a.C.-74 d.C.); las Antigüedades de los judíos, una historia de su pueblo desde la Creación hasta 66 d.C.; Contra Apión, donde sitúa a los judíos al mismo nivel que griegos y romanos y los presenta como una de las civilizaciones más antiguas del mundo; y su Autobiografía. (Pilar Rivero-Julián Pelegrín). Según los modernos trabajos de Redford y Bietak, se sabe que  aproximadamente hacia el 1652, existieron en Egipto cinco dinastías paralelas reinando en Tebas, Sois y Avaris, circunstancialmente por no más un año, lo que nos da la pauta para discernir el gran drama que se estaba viviendo. De estas dinastías, veremos cómo la XIII y XVII (tebanas) una, es continuación de la otra. Y de cómo la XV (de los Hicsos en Avaris), la XVI (de gobernadores locales) y la XVII (de egipcios en Tebas) reinan simultáneamente entre 1650 y 1544 a. C., como reinos independientes pero tributarios de Avaris.  De cómo estos Hicsos son aceptados de una forma no traumática, de sus aportaciones a Kemet, y de la apertura y enriquecimiento que supuso el reinado hicso para los egipcios, aunque desgraciadamente la propaganda oficial posterior (sobre todo a partir de la XVIII Dinastía, se encargó de difundir todo lo contrario, reviviendo el viejo mito de Horus y Seth, identificándose la propia realeza como el Horus victorioso que había vencido una vez más, a Seth. Y así, los Hicsos, pasaron a ser los «feroces destructores que reinaron sin Ra»

Invasión ( penetración y difusión):

Los hicsos aparecieron por primera vez en Egipto, c.1800 a.C, durante la XI dinastía, y comenzó su ascenso al poder progresivamente, tal vez en los inicios de la dinastía XIII, que sale del segundo periodo intermedio con el control de Avaris y el Delta.   No obstante, cuenta  Manetón, según lo registrado por Josefo, que describe la aparición de los hicsos en Egipto como una invasión armada por una horda de bárbaros extranjeros que tuvieron poca o nula resistencia, y que sometieron al país por la fuerza militar. Se registra que los hicsos quemaron sus ciudades, destruyeron templos, y las mujeres y los niños fueron destinados la esclavitud.  En los últimos años la idea de una simple migración de los hicsos, con poca o nada de violencia, ha ganado apoyo. Según esta teoría, los gobernantes egipcios de XIII Dinastía estaban preocupados por el hambre y la peste doméstica, y que eran demasiado débiles para detener a los nuevos migrantes de entrar y establecerse en Egipto. Incluso antes de la migración, Amenemhat III llevó a cabo extensas obras de construcción y de minería, y Gae Callender señala que "la gran introducción de asiáticos, fue lo que parece haber ocurrido en parte para subsidiar la extensa obra, y  haber alentado a los llamados hicsos para instalarse en el Delta, lo que conduce finalmente a la caída del régimen egipcio nativo". Por la dinastía XV, gobernaban el Bajo Egipto, y al final de la dinastía XVII en que fueron expulsados. Los hicsos fueron derrotados y expulsados de Egipto por el faraón decimoctavo de la disnastía Ahmose. El papiro sobre las matemáticas de Rhind, que data de alrededor de 1650 a. C., dice que Ahmose conquistó Tjaru antes de atacar la capital de los hicsos en Egipto, Avaris. De hecho, en las recientes excavaciones de Tel Habuwa, que está asociada con el sitio de la antigua Tjaru, se encontraron evidencias arqueológicas de la campaña de Ahmose. Hay incluso un mural de arte antiguo egipcio mostrando a Ahmose derrotando a los hicsos. Es poco probable que todos los hicsos fueran expulsados ​​físicamente de Egipto. Tiene más sentido aceptar que algunos se quedaran, que fueran reducidos, que posiblemente se convirtieran en una clase inferior y que el recuerdo de ese evento se hubiera transmitido oralmente. Si bien, la penetración en Egipto de gentes procedentes de Siria-Palestina culmina con los invasores hicsos, los cuales llegan a Egipto en un momento de debilidad y crisis interna y conquistan en 1720 a.C. la ciudad de Avaris, sobre el Delta, conquistaron Menfis y fundaron las Dinastías XV y XVI. Aunque la rebelión que expulsó a los hicsos de Egipto superior comenzó en los últimos años de la dinastía XVII en Tebas. Con un Tebas ofensivo, Seqenenre participó en la postura diplomática activa, lo que probablemente consistía en algo más que el intercambio de insultos con el gobernante asiático en el Norte. Él parece haber dado lugar a escaramuzas militares contra los hicsos, y a juzgar por las heridas en la cabeza violentos a su momia en el Museo de El Cairo, que podría haber muerto durante uno de ellos. Su hijo y sucesor, Amosis, el último gobernante de la dinastía XVII, en Tebas, se acredita con las primeras victorias importantes en la guerra de Tebas dirigida contra los hicsos. Esto fue porque paulatinamente la resistencia de los príncipes de Tebas cobró fuerza y en 1550 a.C. Amosis conquistó Avaris, expulsó a los hicsos y fundó la Dinastía XVIII. Posteriormente los hicsos, que luego se asentaron en lo que hoy es Palestina e Israel (su antiguo hogar antes de ir a Egipto), empezaron a transmitir la historia de forma oral, de generación en generación (pues aún no existía el alfabeto hebreo), y tal como ocurre con infinidad de ejemplos recientes, la historia de la expulsión de los hicsos empezó a transformarse tendenciosamente, de forma que de una historia de "expulsión de los invasores" se modificó en una de "fuga de los opresores y cautivos".

Contribuciones culturales:

Los hicsos llevaron varias mejoras técnicas a Egipto, así como los impulsos culturales, tales como nuevos instrumentos musicales y palabras de préstamos extranjeros. Los cambios introducidos incluyen nuevas técnicas de trabajo de bronce y cerámica, nuevas razas de animales, y nuevos cultivos. En la guerra, introdujeron el caballo y el carro, el arco compuesto, la mejora de hachas de batalla, y las técnicas de fortificación avanzados. Recientemente, Bietak ha localizado los cimientos de una gran fortificación que puede corresponder a una ciudadela. Más al sur de ésta, ha localizado otra más pequeña y otras dos más en las inmediaciones de la primera. También parece ser que entre las fortificaciones existió una zona que bien era de cultivo o se trataban de zonas ajardinadas. Esto estaría relacionado con la secuencia cultural del mundo palestino, que estaba constituido por pequeñas confederaciones de pequeños estados bajo el liderazgo de una ciudad principal y su rey. Los restos hicsos encontrados en Tell-el-Daba, corresponden a los estratos del Bronce Medio II BC.  Bietak, también ha localizado abundantes restos de cerámica, este mismo tipo de cerámica ha sido localizado en el yacimiento de Tell-el-Yahudijeh, correspondiendo también a la misma cronología del estrato del Bronce Medio II BC. Pero esta «claridad» arqueológica, choca con la propia oposición egipcia: en la llamada «Estela de Amada», del tiempo de Amenhotep II (1431-1405), se hace referencia a los «Hicsos» de una parte y a los «Príncipes de Retenu» (Palestina), de otra. Es decir que los egipcios los diferenciaban, eran etnias diferentes.  Aunque también, Herbert E. Winlock describe nuevo material militar, como el arco compuesto, así como la mejora de arco recurvo, así como la mejora de puntas de flecha, varios tipos de espadas y dagas, un nuevo tipo de escudo, y el casco de metal. Se ha dicho, que los nuevos métodos revolucionarios de la guerra aseguraron a los hicsos el ascenso y  su influencia en el nuevo imperio,  estableciéndose  en el delta de Egipto y en Tebas en apoyo al comercio del Mar Rojo. No obstante,  la más discutida de todas las novedades se mueve en torno a la introducción en el mundo egipcio del caballo y del carro de guerra. Para algunos el elemento Hurrita de los Hicsos sería el responsable de esta introducción, aunque no está comprobado que los Hicsos utilizasen el caballo y el carro de guerra para conquistar el Delta, parece que su utilización nos llevaría al final de su reinado. La primera mención del caballo, la encontramos en la segunda estela de Kamose.  Los gobernantes nativos independientes en Tebas parecen, sin embargo, haber llegado a un práctico modus vivendi con los gobernantes hicsos posteriores. Esto incluye el derecho de tránsito a través de Oriente, con los hicsos controlando el Bajo Egipto y los derechos sobre los pastos  en el delta fértil. Un texto, de la  Tableta I Carnarvon, relaciona las dudas del consejo de asesores de los gobernantes de Tebas, cuando Amosis propuso actuar contra los hicsos, quien afirmó que eran una humillante mancha en la sagrada tierra de Egipto, donde los concejales claramente no querían perturbar el status quo.

Religión y Costumbres:

Los hicsos practicaron enterramientos de caballos, y de su principal deidad "Baal", que llegó a ser asociado con la tormenta y el desierto y el dios egipcio Set, a quien identificaron con el dios de la tormenta natal. El dios Set de Avaris fue adorado como patrono benéfico de los pueblos semitas que invadieron el Delta egipcio durante el Segundo Período Intermedio. Al Set de Avaris se lo ha visto bajo varias formas: con la figura de Baâl (cananita), Reshep (fenicio) o de Tesud (hitita). Pero no fue el único. Horus fue vinculado con Hurón, Astarté con Sejmet y Anta (Isit) fue considerada la consorte de Set.   Si bien, el Set de Avaris es pintado con figura humana, sabemos que al Set "clásico" también se lo suele representar con la cabeza de un animal no identificado parecido a un cánido. Sobre la naturaleza de Set, esta puede bien presentarse como una figura antagónica de Osiris-Horus en el Imperio Antiguo, hasta adoptar una configuración simbólica del mal para el período helenístico, en el drama mítico Set era un ser negativo y estéril.  Set (un "Señor del Sur") parece haber recibido culto desde tiempos predinásticos, incluso antes de constituirse cualquier triada Osiriana. Estaba representado por un animal cuadrúpedo con un hocico largo y algo curvo y con grandes orejas de punta cuadrada levantadas. Los mismos egipcios de tiempos históricos quedaron perplejos ante su enigmática iconografía. Se ha tratado de explicar ésta como que Set era un derivado de un dios muerto en el pasado remoto, o con una representación estatuaria prehistórica, con escasos conocimientos zoológicos. Nunca sabremos a ciencia cierta de qué animal se trata, aunque ha sido conectado con la figura de un cánido de color rojo. Para la mentalidad egipcia, el rojo era el color característico del mal y simbolizaba al desierto ardiente. Según Plutarco y Heródoto, los egipcios sacrificaban a las personas pelirrojas (J. Burton Russell, 19: p. 81). Esto nos hace acordar a la representación del Diablo medieval en la iconografía cristiana. En esa época subsistía la creencia de que los pelirrojos eran víctimas de los demonios. No obstante esto, Set es un dios ambivalente. En el mito de la muerte de Osiris es él el asesino, quien lo encierra en el ataúd y lo arroja al mar, y también quien posteriormente lo descuartiza (en la versión del mito, que el ataúd de Osiris va a parar a Biblos, a Osiris se lo relaciona funcionalmente con Hadad -Adonis -, "aquel que renace del árbol"). En el mito, Set es un violador del Maat . Sin embargo, practica una clase de mal que es necesario para que ocurra la salvación de los hombres. Si Set no hubiese matado a Osiris, este no conocería los secretos de la momificación, y la consecuente resurrección, para enseñarla a los mortales. En la Enéada heliopolitana, a Set se lo presenta como hermano de Osiris. Sin embargo, en algunas versiones del mito se lo hace hermano de Horus, el aspecto rejuvenecido del sol. Para las estructuras de pensamiento míticas - y bajo una interpretación simbólica-, a menudo encontramos que los hermanos son representaciones de pares de opuestos. En este caso, Set no sería totalmente malo, ni Horus totalmente bueno, sino dos caras de una misma divinidad. Es como una percepción de pares contrarios que conviven y coexisten para la conservación eficaz del orden (Maat): cielo-tierra, Vida-muerte, fertilidad-esterilidad.  En este sentido, también encontramos una continuidad de dichas relaciones simbólico-religiosas durante el segundo milenio. En el Antiguo Testamento (en las fuentes del Génesis y Éxodo), hay prueba abundante de los vínculos entre los fenicio-cananeos y el país del Nilo, especialmente en el período patriarcal.  Hablamos de los viajes de Abraham y el comercio de esclavos y otros bienes plasmados en la historia de José (siglos XVII-XV a.C.). Los tratos entre ambas regiones están atestiguados, en las fuentes egipcias, en el Cuento de Sinuhé (1991-1962 a.C.) y los Textos de Execración (1900-1800 a. C.). Los egipcios pensaban que los países limítrofes estaban bajo el dominio de Hathor (hut, "mansión" + Heru, "Horus"). Las patas de la Vaca Celestial (en sus templos) se hallaban asentados en los cuatro extremos del mundo, ya sea en Nubia, el Sinaí, las costas del Mar Rojo (o Mar de Juncos) y Libia (J.-F. Champollion, 1974: II, p. 208).  Incluso la misma diosa Hator fue asociada a la divinidad semita Baâlat, "Señora de Biblos". Para el siglo XVI a. C., ideas y costumbres cananeas penetraron masivamente en Egipto. Aunque el pensamiento religioso de los antiguos egipcios "se bastaba a sí mismo". Durante el período temprano no tuvieron necesidad de traer cultos extranjeros a su país. Sin embargo, cuando temporalmente se encontraban en Siria o Nubia, parece que eran dados a adorar divinidades extranjeras; incluso las relacionaban con sus dioses nativos. Por un lado, la movilidad de funciones y la capacidad sincrética de las figuras divinas egipcias, permitía una fecunda amalgama con otras deidades, aunque presentaran orígenes y naturalezas distintas. Por el otro, los conceptos de la mitología asiática se paseaban de manera asidua y libre por las tierras de Egipto. Las rutas caravaneras que llegaban a Menfis por la puerta Heliópolis desde Persia, Retenú y Haram habrían contribuido a un intercambio mercantil e ideológico importante. Por otra parte, el panteón cananeo estaba presidido por el dios El (también denominado Ël o Il y Elohim, en hebreo), dios decano de los nómadas y, por ende, con funciones eminentemente éticas y sociales. Es descrito como tolerante y benigno: recibe los títulos de «padre de los dioses», «rey», «padre de los hombres», «creador de las criaturas», «amable», «misericordioso» y «toro». El culto al dios El era propio de los pueblos cananeos en el siglo XXII a. C. Luego se difundiría entre asirios y babilonios. Era la deidad principal, el rey, creador de todas las cosas, el juez que dictaba lo que debían hacer tanto los hombres como los dioses. Dadas esas características, para algunos, El era el apelativo con que se designaba por antonomasia a Dagan (dios de los cereales). A su vez era considerado como padre de Baal. La representación de Baal era también un toro joven (becerro). En Ugarit el templo de Dagan y el de Baal estaban juntos. Baal (b’l, dueño o señor) era una designación general que pasó a constituir la denominación de Hadad, el dios de las lluvias, convertido en el «dueño» o «señor» por antonomasia en una sociedad agrícola que vive pendiente de las lluvias para lograr las cosechas. En las tablas de Ugarit figura también como el esposo (o hijo) de la diosa Asera (la madre de todos los dioses, la esposa celestial). Las cartas de Amarna (ca. 1480-1450 a. C.) han aportado los nombres cananeos de Yamir Dagan y Dagan Takala (gobernantes de Ascalón), lo cual da testimonio de la antigüedad del culto a Dagan entre los habitantes de Canaán, e introducida en Egipto en época de los hicsos. Los antiguos hebreos habían vivido en Egipto bajo la influencia del culto a El (difundido por los hicsos). Esos dioses impregnaban la vida del pueblo (según Ezequiel 20:8).  Finalmente, otro dato interesante es la forma de enterramiento. Las necrópolis localizadas en el yacimiento de Tell-el-Daba, nos habla de una población con costumbres urbanas. En 1966 la misión austríaca localizó un pequeño cementerio familiar, de tipo claramente no egipcio, que correspondía a rituales y costumbres sirias del Bronce Medio II. Junto a las sepulturas de niños, con restos quemados y custodiados en «Pithoi», se encontraron otras tumbas de fosas con revestimiento de ladrillo crudo y cubierta arqueada. El ajuar funerario estaba compuesto por puñales de hoja triangular y hachas de guerra de tipo sirio. Este tipo de enterramiento con técnica de bóveda era muy común en la zona de Mesopotamia.

Desarrollo:

Según la reconstrucción convencional de la historia de Egipto, los hicsos fueron el grupo dominante en Egipto que estuvieron constituyendo las dinastías XV y XVI, en una fecha que varía con los autores.  Alrededor de 1700 a. C., Egipto se fragmenta políticamente con los reinos locales en la zona del delta del noreste. Una de ellos fue la del rey Nehesy, cuya capital estaba en Avaris, que gobernó sobre una población que consistió en gran parte de la siro-cananeo, que se establecieron en la zona durante la XII dinastía, y que probablemente eran soldados, marineros, constructores y obreros. Su dinastía probablemente fue sustituida por una dinastía de habla sirio-cananea semítica occidental que formó la base del reino de hicsos después, capaz de propagarse hacia el sur, debido a la inestable situación política. Por la dinastía XIII de Egipto, los "señores de la guerra extranjeros" habían tomado el nombre del faraón para sí mismos, y habían empezado a pelear por ella. Algunos argumentaron fueron que no había necesidad de pagar tributo, homenaje o la obediencia a un rey débil, y que comenzó a causar problemas. Por otra parte, ya desde el 2000 a. C. se produjo un cambio climático en Europa. A lo largo de toda la historia de la humanidad los pueblos se han movilizado siempre por condicionantes económicos o bien obligados a moverse por otros pueblos más fuertes. Resulta interesante el que, un pueblo de origen indoeuropeo llamado Hurrita, procedente posiblemente de la región del lago Van, presiona la zona septentrional de Mesopotamia. Militarmente son superiores y conocedores del caballo y del carro como elemento de guerra. De estos Hurritas se sabe que invaden Asiria, Mesopotamia Central, Siria y Palestina y se han localizado restos arqueológicos identificados como hurritas en Tell Billa (cerca de Nínive), Karkemish, Alepo, Qatna y Kadesh. Se cree que no sería muy desacertado pensar que éstos bien pudieran haber sido el agente movilizador que puso en marcha el mecanismo de la emigración de otros pueblos hacia el Delta de Egipto. Además, hay que pensar que Egipto, fue desde siempre el sueño verde de multitud de pueblos sedientos y que, si no había sido invadido hasta ese momento, fue porque sus soberanos habían sido fuertes. La escasez de alimentos en los mercados tradicionales, también es otro factor que hace que todos los ojos se vuelvan hacia Egipto.  Si recordamos la tumba No. 3 de Jnoumhotep, en Beni Asan, los registros de su pared norte, nos están describiendo la entrada de «asiáticos» en Egipto. A estos asiáticos, por su indumentaria, podríamos clasificarlos como de tipo cananita. Como se puede apreciar en estas pinturas, se trata de clanes completos, esposas, hijos y enseres. El color de su piel es muy similar a la egipcia. Los rasgos de su cara son semitas: nariz típicamente aguileña, el mentón alargado, utilizan barba... En el yacimiento de Tell-el-Daba, se han localizado algunas estatuas de este período. Los rasgos distan mucho de ser similares: no utilizan barba, la nariz es achatada, el rostro redondeado, los ojos almendrados, labios gruesos, el color de su piel no nos es posible clarificarlo, pues las estatuas están realizadas en granito, aunque éste es de color negro. Los hicsos aparecieron por primera vez en Egipto, c.1800 AC, durante la XI dinastía, y comenzó su ascenso al poder de la dinastía XIII, que sale del segundo periodo intermedio en el control de Avaris y el Delta. Por la dinastía XV, gobernaban el Bajo Egipto.   Para la XIV Dinastía de Xois. Hayes y Rose, dan una cronología que va de 1715 a 1650 a. C. (65 años) y formada por 34 reyes. Para la XV Dinastía de Abrís las fechas propuestas serían del 1650-1544 a. C. (108 años), con 6 reyes. Para la XVI Dinastía, de 1650-1552 a. C. (98 años) con 28 gobernadores. Y para la XVII Dinastía tebana de 1652-1554 a. C., (98 años), con 15 reyes. Veamos por su interés a los Faraones o reyes de la XV dinastía. El estado de estos reyes se superpone con la de los faraones egipcios nativos de las dinastías XVI y XVII de Egipto, más conocido como el Segundo Periodo Intermedio.   Los nombres, el orden, e incluso el número total de los reyes de la décimo quinta dinastía no se conocen con certeza absoluta. Los nombres aparecen como jeroglíficos en los monumentos y en objetos pequeños tales como tapas de tarros y escarabeos, pero en los casos en los cuales los nombres de Nesut-Bity y Sa-Ra no se muestran juntos en el mismo objeto no hay certeza de que pertenezcan a una sola persona. El egiptólogo danés Kim Ryholt resume la situación en su estudio sobre el segundo periodo intermedio, indicando que,  hay solamente indicaciones vagas del origen de la decimoquinta dinastía,  y coincide en que el pequeño número de nombres que han sobrevivido son demasiado pocos para tener en cuenta conclusiones generales. Además, Ryholt subraya que también carecemos de indicios positivos de que cualesquiera de los reyes de la dinastía XV estuvieran relacionados por lazos de sangre, y, más bien, podríamos estar ante una dinastía de origen étnico mixto.
Recordando que el primer faraón de la XVIII dinastía, Amosis I, finalmente expulsó a los hicsos de su último reducto en Saruhén en Gaza por el año 16 de su reinado. Aunque se necesitaron varias campañas contra la fortaleza en Avaris, antes de que los hicsos fueron finalmente desalojados y expulsados de Egipto. Tras la caída de Avaris, los hicsos que huían, fueron perseguidos por el ejército egipcio en el norte del Sinaí y en el sur de Canaán. En  el desierto de Negev entre Rafah y Gaza, la ciudad fortificada de Saruhén se redujo después, de acuerdo con el soldado de El-Kab, tras una larga operación de asedio de tres años. Cuando esto ocurrió, no se sabe con certeza. Algunos expertos sitúan la expulsión ya en el cuarto año de Ahmose, mientras que  Redford, cuya estructura cronológica se ha adoptado aquí, coloca tan tarde como el año decimoquinto del rey.   Por lo general se acepta que Jacob y sus hijos se establecieron en Egipto durante la dominación de los hicsos. Sin embargo, la cronología convencional de Egipto está sujeta a grandes problemas, uno de los cuales lo ha constituido el de la identificación de los hicsos. Autores como Velikovsky y Courville han llegado, a identificar a los hicsos con los amalecitas. Hay varios elementos que permiten llegar a esta identificación: Por una parte hay el registro de Maneto, sacerdote egipcio, que afirma que los hicsos, «una raza innoble de oriente», conquistaron Egipto sin dificultad alguna, sin tan siquiera haber librado una batalla. (Citado en Josefo, Contra Apión 1:14.) Esto puede comprenderse dentro del marco del éxodo israelita. En Refidim, los israelitas fueron atacados por Amalec, quedando victoriosos sólo gracias a la intervención divina por la intercesión de Moisés (Éx. 17:8-16). También hay todo un conjunto de tradiciones esparcidas por Arabia acerca del tema de la conquista de Egipto por parte de los amalecitas, como resultado de una migración que emprendieron, empujados por un cataclismo de gran magnitud, hacia Egipto. Así, autores de la temprana Edad Media, como Al-Shamhudi, Masudi, Albufeda, y otros, relatan esta migración de los amalecitas y, también, el «paseo militar» en el que Egipto cayó en manos de los amalecitas como una fruta madura. Además, Hatsepsut, reina de una dinastía posterior a la de los hicsos, dejó una inscripción referente a sus obras de reconstrucción de la tierra expoliada con la rapaz dominación de los hicsos. Ella les da el sugerente nombre de «amu», afirmando que la capital de ellos fue Hauar (Auaris), y que no habían dado culto al dios Ra. Esto identifica a los amu con los hicsos. En base a la cronología revisada, Hatsepsut fue contemporánea de Salomón. Así mismo, en sellos oficiales de las dinastías de los hicsos se han hallado nombres como Apop I, Apop II. Fue Apop I el que, al cabo de unas pocas décadas después de la invasión de los amu, fundó la ciudad de Tebas. En la tradición griega, hubo en Egipto un rey llamado Ogyges que fue el fundador de Tebas. Ahora bien, Apop es una transcripción provisional de los egiptólogos para una inscripción cuyas consonantes admiten la equivalencia «Agog», que entonces concuerda con el registro bíblico acerca del nombre de los reyes amalecitas. Esto explica las menciones a Agag y a Amalec en los exaltados términos con que se hallan en el libro de los Números, mientras el pueblo de Israel se hallaba en el desierto: «Enaltecerá su rey más que Agag» (Nm. 24:7); «Amalec, cabeza de naciones» (Nm. 24:20). Según las tradiciones rabínicas, Amalec se dispuso a conquistar todo el mundo. Se han hallado sellos de los reyes hicsos en Creta, Palestina, Mesopotamia y en otros lugares alejados de Egipto. Así, la fama del rey Ogyges fundador de Tebas, que había llegado a oídos de los griegos, concuerda con el nombre Agag, que se identifica con la línea de faraones Apop.  Ello concuerda con la ecuación hicsos = amu = amalecitas.  Finalmente, la destrucción de los amalecitas por parte del rey Saúl, y la muerte del último rey Agag a manos de Samuel (1 S. 15) marca en la Biblia el punto de la reaparición de Egipto como potencia. La campaña de Saúl contra los amalecitas fue hacia el sur, lo cual concuerda con el hecho de que las hordas de hicsos que fueron expulsadas por el primer faraón de la restauración egipcia, Ahmose I, no dejaron rastro histórico. Saúl terminó con el poderío amalecita, aunque quedaron todavía partidas amalecitas que se dedicaron a merodear. Un caso interesante es el de un esclavo egipcio de un señor amalecita, lo cual concuerda con esta etapa de transición (1 S. 30:13 ss). Aunque la identidad de los hicsos parece desvelada con los estudios de Velikovsky, Courville y otros investigadores de fuentes antiguas. Los hicsos-amalecitas entraron en un Egipto indefenso, sin ejército ni organización militar ni política, devastado por las diez plagas y por la mortandad en el mar Rojo, sin Faraón ni recursos de ninguna clase, y cayó fácilmente en manos de la nación amalecita en su búsqueda de nuevos dominios. Esta conquista tuvo lugar en la época del Éxodo, alrededor del año 1.441 a.C. La liberación de Egipto de los hicsos-amalecitas tuvo lugar durante el reinado de Saúl en Israel, y la ascensión de Ahmose I al trono de Egipto como primer faraón de la primera dinastía autóctona después de los hicsos, la XVIII, alrededor del año 1020 a.C, se debió a la victoriosa campaña de Saúl, que quebrantó el yugo hicso que mantenía sometido a Egipto. Todos los registros coinciden en la extrema rapacidad de los «reyes-pastores», los faraones hicsos. Su capital estuvo mayormente situada en Avaris, cerca de el-Arish actual. Por otra parte, los israelitas se asentaron principalmente en Gosén, así que el trabajo agrícola fue probablemente uno de sus empleos, y también es posible que algunos de ellos trabajaran en las minas estacionales. José, Sifra, y Púa trabajaron como esclavos domésticos, y algunos de los israelitas en el tiempo de Moisés trabajaron haciendo ladrillos y construyendo estructuras. En cuanto a evidencia más específica de los israelitas, el Papiro de Brooklyn enumera a casi 30 esclavos con nombres semíticos del noroeste, algunos que inclusive son hebreos. El tipo de estructura conocida como la Casa de Cuatro Habitaciones Israelita, encontrada prolíficamente en el Israel de la Edad de Hierro, alrededor de los años 1230 al 587 a.C., ha sido descubierta y excavada tanto en Tell El-Dab'a como cerca de Menfis. El término traducido como "la tierra de los Shasu de Yahweh" o "Yahweh en la tierra de los Shasu," ha sido encontrado en inscripciones egipcias que datan de las dinastías decimoctava y decimonovena (alrededor de los siglos XV y XII a.C.) como la referencia más antigua a Yahweh fuera del Antiguo Testamento. La Inscripción de Speos Artemidos (o gruta de Artemisa), del reinado de Hatshepsut, de la decimoctava dinastía, menciona a pastores levantinos en el delta del Nilo, la cual se compara con el Génesis 46, mencionando a los hijos de Israel como pastores en la tierra de Gosén."Y cuando Faraón os llamare y dijere: '¿Cuál es vuestro oficio?' entonces diréis: 'Hombres de ganadería han sido tus siervos desde nuestra juventud hasta ahora, nosotros y nuestros padres,' a fin de que moréis en la tierra de Gosén; porque para los egipcios es abominación todo pastor de ovejas." (Génesis 46:33-34). Además, existe una obvia influencia egipcia encontrada a través de la Torá: el becerro de oro que se asemeja al toro Apis de Egipto, el Arca del Pacto, con dimensiones y estructura como las de un mueble encontrado en la tumba de Tutankamon, el Tabernáculo, semejante al campamento militar real de Ramsés, la antigua forma del sistema de escritura hebreo, la cual tiene parecido con los jeroglíficos egipcios, y muchas palabras y nombres egipcios en la Torá. Algunos expertos investigadores han tomado el creciente uso de los escarabeos, y la adopción de algunas formas de arte egipcias por la decimoquinta dinastía de los reyes hicsos y su amplia distribución, como una indicación de que se convirtieron progresivamente o egiptianizaron. Parece, que la administración de los hicsos fue aceptada en la mayoría de sectores, aunque no con el apoyo de algunos de sus súbditos egipcios del norte. A pesar de la prosperidad que la situación política estable, trajo a la tierra, los egipcios nativos siguieron viendo a los hicsos como no egipcios "invasores". Para hablar de luchas entre Hicsos y egipcios tenemos que esperar hasta Seqenenre Taa II, que será quien comience las hostilidades. El propio nombre de Avaris, «Hwt w'rt» «Cuartel general del departamento», nos está indicando que los Hicsos heredaron unas estructuras comerciales preexistentes en la zona. Avaris pasaría a ser un gran complejo comercial como lo había sido hasta ese momento la zona de Biblos. Se ha especulado mucho sobre un Imperio Hicso. Bien se puede dar una duración aproximada para el período hicso de 108 años. Un tiempo demasiado corto para pensar en el levantamiento de un gran Imperio militar. Una interesante hipótesis propone que el mundo hicso creó, bajo estructuras egipcias y experiencia propias, un gran Imperio comercial. Concordando esto con los grandes almacenes localizados en Avaris con restos de ánforas de aceite, vino... También se sabe que a la zona se trasladaron grandes artesanos en la fabricación de barcos y que los hicsos controlaban el comercio fluvial. Los últimos hallazgos de la misión austríaca, son miles de fragmentos arquitectónicos, procedentes de suelos y paredes de lo que puede ser un palacio. La decoración es lo más significativo, pues son restos de pintura minoica. Como bien dice Bietak: «es difícil la explicación de este tipo de pintura en Tell-el-Daba». Su hipótesis de trabajo se basa en nexos dinásticos entre ambas cortes. Sería ésta una explicación lógica y nos aclararía en gran medida la tapa de alabastro localizada por Evans en Cnosos con el nombre del rey Hicso y el Tebano, existieron acuerdos fronterizos, de pastos, así como el pago de impuestos. Estas alianzas se cimentaron con casamientos diplomáticos. En el yacimiento de Tell-el-Daba, se ha localizado el fragmento de una inscripción con el nombre de una princesa llamada Tany donde se la denomina «hermana del rey». Su nombre está rodeado por un cartucho, lo que la vincula a la familia real hicsa. La partícula «Ta» de su nombre es muy característico de la XVII Dinastía y nos hace pensar en la procedencia tebana de la princesa. También hay constancia de acuerdos similares con el reino de Kush.  Pero, cuando los hicsos  fueron finalmente expulsados de Egipto, se borraron todos los rastros de su ocupación.

Conclusiones:

El desarrollo de la Civilización Egipcia es amplio, notablemente complejo, en constante investigación, con muy variados informes e interpretaciones, con épocas de apogeo y decadencia, invasiones y dificultades económicas y sociopolíticas, además de las religiosas. Es además un campo de estudio fascinante que, permite comprender los fenómenos evolutivos que atraviesan los Imperios en general.  Por lo aquí expuesto, se puede concluir que no hay un mismo origen étnico para los Hicsos.  Este pueblo se conformó progresivamente de variados elementos Hurritas, Hititas, Amalecitas con algún predominio de Sirios, y en su mayor parte de Cananeos y Palestinos. No obstante, los modernos estudios de Antropología Biológica, Biología Molecular y de Genética, en particular con el  ADN Mitocondrial aún nos pueden deparar grandes sorpresas,  y aclarar dudas y confusiones, o plantear nuevas interrogantes. Sin dejar de lado los progresos en otras ciencias, relacionadas íntimamente con el tema de este escrito.

Autor : Joel Fortunato Reyes Pérez (*).

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88.-   Trebolle B.J.: Imagen y palabra de un silencio. La Biblia en su mundo. Ed. Trotta S.A. Madrid. 2008.
89.-   Trebolle B.J.: (Coordinador). Paganos, judíos y cristianos en los Textos de Qumrán. (Los manuscritos del Mar Muerto y Nuevo Testamento). Ed. Trotta. Madrid. 1999.
90.-   Trigger B.G.: et al.:  Ancient Egypt. A Social History.  Cambridge University Press. 1983.
91.-   Vandersleyen C.:  Les guerres d´Amosis.  Fondateur Elisabeth 1. Bruselas. Fondation Egyptologique Reine Elisabeth. 1971.
92.-   Vandier.: La religión égyptienne. Presses Universitaires de France. 1949.
93.-   Van S. J.:  The Hyksos.  A New Investigation.  New Haven-Londres, 1966.
94.-   Velikovsky I.:  Ages in Chaos. Doubleday.  Garden City. New York. 1952.
95.-   Vidal M.C.:  Diccionario histórico del Antiguo Egipto.  Alianza. 1993.
96.-   Vila S. y Escuain S.:  Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia. Ed. CLIE. Terrassa. 1985.
97.-   Wilkinson R.H.:  Gods and Goddesses of Ancient Egypt.  Themes & Hudson Ltd. London. 2003.
98.-   Wise Bauer S.:  The History of the Ancient World. W.W. Norton & Company. 2007.

Nota  sobre el autor: Joel Fortunato Reyes Pérez, nació en Cd. Cuauhtémoc, Chihuahua, México. Es médico cirujano especialista en psiquiatría (UNAM), y tiene 3 maestrías en áreas de Sexualidad Humana, Educación Superior, y Educación Especial (para discapacidad somática e intelectual). Es escritor de poesía desde hace más de 30 años, tiene publicado el libro Poemas Cercanos (Ed. Palibrio) y ha escrito cuentos cortos, ciencia ficción, ensayos en diversas revistas y sobre Salud Mental, Medicina, Arte, Filosofía y Religiones Comparadas. Ha sido catedrático en Universidades Mexicanas en Medicina, Psicología, Enfermería, Psicopedagogía en niveles de licenciatura y posgrados. Y ha participado en múltiples Congresos e imparte diversas conferencias.

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