Escenas de alcoba

Hasta el centro

¡Yo, que levanto los brazos en la luz!
Dino Campana

I

Aquel pozo somnámbulo
que de noche va caminando
por un bosque de árboles fantasma
me comió no el cuerpo, no el alma
(cosa de tan incierto paradero)
ni el querer, ni la voz o la pluma, tampoco la tinta,
ni el Dios que me voltea la espalda
y mucho menos el asiento o el lugar vacío,
ni yo antes o yo después de ti
sino la médula misma.

II

Nuestro amor pastorea en la muerte
y arrebaña los aranceles
que tú y yo adeudamos por estar vivos.
Ni Dios mismo se ha de interponer
entre la luz del día
y lo negro de la noche
que nos avalan.