Escenas de alcoba

La noche y su ajuar

La oscuridad total llameaba
con el ajuar de sus astros,
conjurando la falta de luz
de las lámparas apagadas.

Con brújulas equivocadas
para ponderar nuestros pasos,
nos perdimos.

Advino negrísima la noche
y fuimos inquilinos de las tinieblas
(luz ennegrecida que adormece a los acertados
y arrebaña, nebulosa, a los extraviados).

Nada —ni la sortija de matrimonio
en nuestros anulares—
nos amparó contra el trueque de las estrellas.
(Centellearon planetas biselados en la distancia)

Nuestros cuerpos constelados
decoran aún el estero.