Piel Adentro

Cuídame Lentamente Hasta el Amanecer

Vienes a perturbar mis sueños,
igualando a la lluvia que
despierta los pétalos dormidos.

Desnúdate sin los desplomes de la calma,
que solamente el contacto
de tus labios disturben la quietud,
integra el lecho que nos acoge.

Tus ojos están cansados,
la respiración esta gastada
y tu sonrisa como saeta
hace diana entre el corazón y el tiempo.

Sálvame de las imágenes cortas del deseo,
manos rasgando, dibujando, agrietando,
mientras la piel se entrega y olvida
lo triste entre las húmedas sábanas.

No quiero sólo las notas
de la pasión de los cuerpos,
ni aplausos perturbando la noche,
sólo una melodía fina y
sinuosa que adormezca
con acompasadas notas
los miedos que creamos.

Disuelve con tus manos el dolor
oculto en las esquinas
hasta llegar al límite,
devuélveme la paz,
conviérteme en puerto en
donde llegan sigilosos los barcos,
cuídame lentamente hasta el amanecer.

El Amor no es Algo Ligero

El amor no es algo ligero,
lo que yo escriba, solamente es eso,
digo, el amor no es algo ligero, habita
debajo de un rosal, donde los colores
forman un nido y aún el viento,
al cual imita.

¡Ah y el futuro!,
conocido como muchas sonrisas,
luminosidad en los ojos,
roca que sobresale en el mar.

El amor baila en casa,
no soy ahora la persona loca triste que
lloró en las risas,
y ya no siento
los puntales de dolor que cubrían mi cuerpo.

Sí, y como abarco demasiado,
mis oídos serán sordos a los reproches,
caminaré como perro herido en busca de
las caricias de unas manos suaves.

Guste al mundo o no,
le envío un saludo solemne y frío,
si mucho, un gesto indiferente,
porque mi calma va floreciendo.

Tan pronto como ustedes
oigan sobre mí sonreír
deben saber solamente que la semilla existe,
va germinando en un fértil arado,
donde la flor profunda todavía no se ve.

Flores Dormidas

Tómame en tus brazos,
que la lluvia despierte
en mí las flores dormidas,
desnúdame pétalo a pétalo,
con la alegría de unas manos constantes.

Disuelve el dolor con tus dedos,
adelgázalo con su humedad suave,
devuélveme la paz con palabras apasionadas
que lleguen sigilosas a mis oídos.

Cuídame como a flor delicada,
bajo el calor intenso de la alegría,
primavera verde de las risas.

Sabores

Tu ausencia,
temporada extrema,
el amargo sabor de la tierra,
en mi boca.

Frutas heridas,
caen al jardín invitando a su consumo,
demasiado maduras,
reconoce el sabor
que nos separa y más bien
escribe un poema que quizá mañana
nos sirva de recuerdo.

Si el día es bonito y la noche lo lee,
si abarca a la luna tocará tú alma,
lo leeremos los dos gustando
un helado de hielo en el banco de un parque,
sabores dulces, sabores fríos,
sabores que la vida no cata.

Sabores urgentes, sabores vivos,
sabores incompletos aún,
en mi boca la longitud de tu cuerpo,
sobre mi lengua el sabor de tu carencia.

Canción sin Final 

En la noche la sombra,
al interior penumbras profundas,
canta la hoja susurrante,
canción sin final en mí,
en tu ausencia.

La flor generosa no vuelve
y las ilusiones están como espejos
que al obscurecer pierden reflejos,
corazón lanzado al vacío.

Agua sal el día,
al final me detengo a llorar,
quema mis labios la sed,
clave principal actual,
sigues siendo estrella de una noche.

La tortura de una herida abierta,
viento que cierra la puerta,
amor que se va, vanamente,
así por siempre.

Hombre ciego que aprieta una mano
en una noche sin formar
con ruidos de floresta
al borde de un bosque dormido.