Confesiones y pensamientos sueltos

Luchamos sin éxito (en muchos casos) toda la vida, contra la gordura, la celulitis, las estrías, la zona bananera, el acné, el dulce y las miles de hormonas que nos dominan día a día. Al final solo somos, arrugas, sordera, manchas, mierda, polvo y ceniza para semana santa.
Me desilusiona tremendamente la especie humana. Pero lo que más me decepciona es ir a desayunar a la tienda de la esquina y pedir un tamal con chocolate (un clásico santafereño) y tener que comérmelo con Coca-Cola o yogurt de fruta, porque siempre la respuesta de tienda de barrio es: no hay y la de restaurante es: solo productos postobon.
Aún no me repongo de que en Carulla vendan un te marca “Diosa”, ¿te diosa? Que tedio de bebida.
No soporto esa pantomima mal puesta en escena ¿Cómo es que los que fabrican las bebidas emborrachantes patrocinan el deporte?
Suelo mirar a los que no hacen fila, ni se quejan de los trancones, se maquillan, oyen música de medio pelo o cualquier programa especial para estúpidos; coquetean con la vecina del carro de al lado o sufren de la nueva celulitis (maniáticos del celular) y afónicos después de dos horas de extenso chismorreo…
Me encanta ver los reinados de belleza, sobre todo las respuestas de las “reinitas”
“y… loving in Colombia, is… felicing de estar en cartagen… Hilton”. Profeta del idioma, Yeris Paola Sepúlveda, señorita Guainía 1999. Es impagable la deuda que tenemos con esta inventora de una nueva vertiente del spam-glish o ingles basura ¡claro! Por el (spam).
“iría hacia el pasado, a roma, donde nació y murió nuestro señor Jesucristo”, respondió Damaris Torres, señorita chocó en 1994, cuando le preguntaron cual país le gustaría visitar.
Soy incapaz de mantener relaciones con ese manojo de desconocidos llamados familia y miedo de tener una hija como mi madre, que haga mi vida miserable.
Solo miro una página del periódico los “monos” así es menos estresante.
Me desagrada la gente que toma café con leche y pan, aun peor cuando el café no es café sino blanco y la leche parece salida del grifo, le ponen azúcar y se lo comen con roscón o nevado. Verdaderamente una blasfemia al que es considerado, el mejor café del mundo.
No me gustan los filisteos que controlan los torniquetes en el transmilenio, no solo quieren controlar las entradas, sino las salidas y al planeta entero, por eso cada vez que puedo les doy el gusto o mejor el “disgusto” de pasarme gratis frente a sus narices, que quede constancia que todo lo hago porque me agrada el servicio, (transmienbutidos milenio).
Por último, creo que los críticos deben existir y son necesarios. (Todos los perros le ladran a las bicicletas)