LO QUIERO CON TODO

Lo Quiero con Todo

              Te quiero frágil;
              te quiero fuerte;
             te quiero alegre;
             te quiero siempre.

Lo quiero con el alma,
lo quiero con mi vida,
lo quiero con mi ser,
lo quiero con mi cuerpo,
lo quiero con mis ganas,
lo quiero en un abrazo,
lo quiero vuelto fuego
desesperado, pasión ardiente.
Lo quiero quieto,
callado, sereno, silencioso.
Lo quiero mío,
lo quiero entero.
Lo quiero nuevo,
lo quiero viejo.
Lo quiero íntegro y perfecto.
Lo quiero invierno,
lo quiero sol,
aire, espíritu y vida.
Lo quiero risa,
también quiero su llanto,
lo quiero miradas.
Lo quiero tanto;
lo amo así, de forma inmanente y ausente.
Lo quiero levitado en mi mente,
mimetizado en mis actos,
estereotipado en mi alma,
marcado en la piel,
a ras de besos,
a flor de labios
y de sensaciones sutiles,
pacíficas y halagüeñas.
Lo quiero vuelto mando y energía,
lo quiero raudo,
lo quiero inmenso,
lo quiero manso,
lo quiero tierno.
Lo quiero dulce,
imborrable, indeleble, eterno,
compañero, amigo,
ser especial,
ángel enviado,
príncipe de las tinieblas,
dios de luz.
Lo quiero holográficamente reflectado en mi pecho.
Lo quiero para siempre,
en mi mente,
lo quiero mío,
lo quiero con todo...
Lo quiero enamorado,
lo quiero confuso,
lo quiero airado.
Lo quiero presente y futuro,
lo quiero pasado y a mi lado.
Lo quiero distante,
lo quiero aquí,
lo quiero todo el tiempo
y me falta tiempo para quererlo…
Lo quiero delicioso,
lo quiero odioso,
lo quiero dulce,
amable,
autoritario,
frío,
alegre
y pesimista.
Lo quiero con todo lo de él,
lo amo en cada partícula de su ser,
su distancia,
su enredo,
sus manejos,
sus equívocos,
sus ambiguas ilusiones,
sus magníficas proyecciones.
Lo quiero cierto,
lo quiero mío.
Lo quiero libre,
lo quiero atado.
Lo quiero.
Lo quiero tanto que ya no quiero nada de lo mío…
Lo quiero en mi desmedro.
Lo existo, lo creo cierto.
Lo evoco, lo imagino,
y lo deseo con todo.
Lo quiero como es
y cada parte de su ser
es como lo que más quiero.
Su piel, su olor,
su color, su pelo,
su risa, su ilusión,
su sonrisa, sus ojos, los hoyitos en las mejillas
risueñas e infantiles…,
sus ojos de nuevo…,
su desconcierto,
su rabia,
su reproche,
su aliento,
su avaricia.,
su intención,
su derroche,
sus celos,
su dominio,
su seguridad,
su miedo,
y su misterio.
Lo quiero, lo quiero todo.
Lo quiero con todo.
Lo quiero con su locuacidad y su silencio;
lo quiero en su retirada y en su intento.
Lo quiero, lo quiero todo.
Lo quiero mío y ajeno.
Lo quiero perdido, huérfano y triste.
Lo quiero con su mundo ya formado,
ya hecho.
Es sencillo:
lo quiero TODO.

María Luisa Landman R.