MEA CULPA, MEA GRAVÍSIMA CULPA
I
Desde el principio de todos los principios
aceptaste la culpa, cargaste maldiciones,
Fuiste la recatada mujer de escapulario,
con su vetusta suma de desfalcos y engaños,
de supuestos que acrecen un mito milenario.
Te diste por entero, a plazos o a pedazos
cercenando la vida que no pudiste gozar a borbotones.
Fuiste un ventarrón chocando con las rejas,
una sombra estirándose detrás de las ventanas
para mirar el fuego robado a Prometeo.
II
Ser o no ser. Esa es la cuestión.
¿Una exótica rosa que exhala sus aromas?
¿Ilusión de poetas que recrean un mito?
¿Cuerpo de angustia y miedo trastocado en destino?
¿Imagen fantasmal que desliza su tedio por la casa,
eternamente ausente del grave discurrir de la política,
cosiendo los silencios y sus trampas?
III
¿Qué identidad, qué nombre, qué certezas?
¿La que llegó sin fiesta y sin banquete?
¿La que bebió las hieles para parir los días
y enajenó su canto sin derechos ni halagos?
¿La autómata que calla y ha perdido sus alas?
¿La madre que se inmola en espiral creciente?
¿La que miente y silencia las voces de la ira?
¿La que nunca se queja y un día al fin se escapa?
¿La que resurge siempre del fondo del abismo?
¿La que arma sin saberlo menudas tempestades?
¿La que trueca dolores en placeres prohibidos?
¿La que rompe los muros con sueños y palabras?
IV
Princesa que defiende su reino de oropeles.
Roedora de anhelos,
marchante de ansiedades,
Las horas amasadas en tropeles,
enhebrando en las noches la lista del mercado,
palideciendo auroras
sobre blancos cordeles que orean la rutina,
respirando un oxígeno ajeno,
bebiendo a pesadillas el ajenjo del otro,
resintiendo el descanso que se escapa de nuevo
como un amante esquivo.
V
Aferrada al olor de las especias,
al blanco de las sábanas,
a la sal suficiente,
a la mesa que se arregla y se deshace
una vez y dos veces y mil veces
y tantas, que termina reventando la palabra infinito,
se enajena, se dona, se olvida de vivir.
VI
Una sombra que pasa corriendo temerosa,
desdibujando el nudo de las horas inertes,
cargando sobre el lomo de los siglos
una jaula dorada o herrumbrosa.
Castigos y torturas, perversión de los géneros,
se enredan en el nudo carceleros y víctimas,
se entrampan en un juego que les roba la savia
se queman en el fuego sagrado del abismo.
Una llama que apagan para evitar la hoguera.
Una voz que silencian para matar el miedo
ante la hembra rotunda que temen y desean,
que rechazan y aman, que necesitan y odian.
VII
Mariposa que danza con las alas trizadas,
Estrujando el deseo que nos muerde la carne
como boa tres equis,
apretando los labios, cancerberos de fuego,
cerrando las compuertas contra los huracanes,
Conjurando retruécanos
de los que ofrecen quemarnos en el horno
para purgar la culpa, más larga que la vida.
Mea culpa, mea culpa, mea gravísima culpa!
Jenny Londoño López.
CONCURSO FANNY CORDERO LEÓN
PRIMER PREMIO-ECUADOR-2004
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