SUBLIMAR LO ADOLORIDO

Una mujer, casi su sombra, llevaba
en sus manos abiertas
ese daño sostenido en luz de cruz.
Deambulaba en ondas vacilantes y buscaba
un bálsamo capaz de mitigar
la hondura sin fin del risco abierto
en el moho de su alma.

Buscó a beber de mi boca un sentir
donde pudiese descansar su turbación
y donde aventar temores y encontrar refugio.
Un sorbo de anisado licor o una aspiración
de ingenua frescura para cercar la hoguera.
Buscó el cobijo de mi risa y de mis brazos
para entregarse a ese descanso.

Ya puede descalzarse y andar que no habrá hielo.
Ha vuelto a reír al despertar por la mañana
o en la noche alada ha perdido esos temores.
Hay retornos posibles y misterios develados
y descubrimientos quizás de aquello ignoto
que ha hecho de ti, mujer, hallazgo pleno
para sublimar lo adolorido.

De mi libro “De trazos del borrador”. 2017 ISBN 978-987-4004-51-2