VIOLENCIA DE LOS CIELOS

   La luz, quebrada y blanca, cayó en arabescos y con estruendo singular poco después
de iniciada la borrasca.
   Inesperada, en apacible tarde, se desató siguiendo a un viento que doblaba el verde
del pinar. El agua, en feroz aguacero, comenzó a invadir la casa impotentes los desagües y obligando a denodadas tareas de defensa bajo lluvia y hielo.
   Más truenos y más luces quebradas y más viento, y viento enardecido, dificultaban el esfuerzo de torsos helados y desnudos combatiendo el agua que llegaba en oleadas.
  
   Un nuevo estampido, esta vez desde el río, anunciaba la llegada de una creciente desacostumbrada. Dos metros de agua en su punta apenas se distinguían en la oscuridad que nos cubría. Ya era noche oscura.
   Apocalíptica experiencia en la violencia de los cielos que nos recordaba la pequeñez de nuestro ser a veces escondida en expresiones de soberbia.

   Había esperado ansioso la lluvia y su calmo tintinear en las chapas del techo enchapado. Pero mis ruegos fueron mal oídos y exagerada la respuesta.

   Gozamos, sin embargo, esta vivencia de la naturaleza, caprichosamente fuerte y libre
en su demostración de poderío.

De mi libro “De mi baúl y de esos cofres de luz”.2016 ISBN  978-987-4004-21-5