VEN A MÍ

VEN A MÍ

Si estás cansado
de situaciones que no cambian.
Si ya no quieres saber más
de problemas en los que has pensado mucho
sin darles solución.
Si ya nada te da un poco de la satisfacción que esperas.
Si ese imposible nunca llega.
Si no quieres creer más
porque te han engañado siempre.
Si quieres sólo descansar
porque te duelen los huesos
sumergidos en desazón y abatimiento
y tu corazón te pesa
como una mole incómoda
porque está triste,
porque nunca ha sido feliz
y nunca ha volado
hacia el sol, pasando el arco iris…
Si ya no quieres pensar
en lo que te obsesiona.
Si quieres realmente dejar atrás todo
y ser de nuevo nuevo, íntegro, perfecto…
Si ya no sabes qué camino seguir…
Entonces,
ven a mí.
Te ofreceré mis brazos
como un remanso de paz.
Te daré mi risa
que será música a tu interior.
Te daré mis besos
que calmarán lentamente tu sed por vivir
y apagarán la angustia para siempre.
Te daré mis ojos
para que te veas siempre en ellos.
Te daré la paz
intensa, completa,
luego de explosionar en tus instintos,
de la eclosión de tus deseos,
estaré allí contigo
después de esa catarsis
donde murieron todos los problemas.
Seré tu fe,
tu primavera,
tu paz,
tu sombra,
su compañía
y tu amistad.
Seré la que te envuelva
en ternura
y cubra tus angustias,
esconda tus miedos,
y sepulte para siempre tu dolor.
Seré el bálsamo
que te transmita la vida
a través del néctar, del icor,
con que se involucre tu ser al mío.
Seré tu descanso
tu verdor, tu frescor,
tu ensoñación,
tu felicidad serena,
tu verdad
y tu confianza.
Seré tu apoyo
y tu equilibrio.
Seré la que bese tus párpados dormidos,
la que bendiga tu cuerpo
llenándolo de caricias y primavera;
la que calme la ansiedad
de tus manos
en el calor de las mías.
Seré la que te haga
vivir a la luz de la verdad,
y vibrar al unísono con la naturaleza.
Yo seré tu pozo fresco, privado,
en el que beberás de a poco, tranquilo, seguro,
sin agotar jamás
sus recursos infinitos.
Plasmaré en tu corazón
para siempre la esperanza,
y ésta no será una ilusión pasajera
ni un espejismo efímero.
Seré tu oasis verdadero.
Seré tu verdad,
tu silencio
y tu paz.
Seré tuya;
seré para hacerte feliz.
El renacer de la creación;
el reverdecer de la vitalidad;
la regeneración del ser puro.
No estás solo
sino perdido.
Ven a mí…
Si ya no puedes sostener esta mentira.
Ven a mí,
entiérrate en mi pecho,
refúgiate en mi alma,
adéntrate en mi vida,
sé de mi esperanza,
sé verdad para siempre.
Ven a mí
para ser libre,
inocente y eterno.
Ven,
yo sé cuál es tu lado tierno,
tu ser sensible,
tu ser real;
sé dónde está tu verdad,
sé de tu claridad,
de tu resplandor apagado,
y de tu ser de cristal.
Lo voy a cuidar,
a proteger,
a defender.
Nunca permitiré
que sufra daño
ni más engaño.
Sé perfecto,
sé conmigo
mi verdad.
Permíteme que reconstituya tu aura
cegada y dañada.
Déjame restablecer ese tu ser que ha sido golpeado y marchito.
Déjame devolverle su luz original.
Yo seré el valle
tras tu desierto;
el sueño
más allá del firmamento.
Porque con suavidad
desharé los nudos del miedo;
con timidez recorreré tu persona;
con tacto sutil encontraré
los núcleos del dolor y no insistiré en ellos;
con reverencia besaré de a poco
tu instinto primigenio,
me internaré en tus recintos privados,
tus secretos sellados,
tus trancas amuralladas,
y sucumbiré íntegra en tu volcán misterioso.
De a poco y con paciencia
iluminaré tu esencia.
Te devuelvo la vida.
Te dejo nuevo y completo;
para que vueles libre,
sereno, seguro, confiado.
Porque después de mí hay vida,
y sol y alegría.
Después de mí hay dicha,
y paz y libertad.
Después de mí
está todo
lo que el mundo te negó,
lo que la mentira te cegó,
lo que la razón te prohibió,
lo que la avaricia te privó.
Después de mí
está la vida
abierta y esperada.

María Luisa Landman R.