VENTURA

VENTURA

Llené tu ombligo de besos
y acaricié las yemas de tus dedos con las mías,
y también los acaricié devotamente con los párpados cerrados.
Mis pestañas cosquillearon
sobre toda tu piel
y sentimos que ya no éramos dueños del tiempo y del espacio;
(por pudor no voy a referirme a lo que hiciste…).
Apreté tus rodillas
contra mi cara
y abandonamos el barco a la deriva, sin ataduras,
y sin los límites del miedo.
Surcó un mar de sueños y fantasías
librado a la ventura
meciéndose en olas infinitas.
Y ese viaje nos dejó esa dulce sensación,
sólo nuestra, a la cual nuestras mentes, ahora distantes,
recurren para recordar cada pulsación,
sumidas en la contemplación de las imágenes
y sumergidas en las impresiones del recuerdo,
aflorando una sonrisa tierna, misteriosa y secreta en nuestros labios,
calladamente, privadamente, dulcemente sumergidos en el tiempo;
selectiva y serenamente, sólo para nuestro deleite.

María Luisa Landman R.