TODAVÍA

Te amo. Sí.
¡Te amo, y todavía!
Van vibrando los giros de tu mano
cuando el frío se ondula
por mi cuerpo;
el adiós al pudor, yéndose lejos
amortajado de risa y de asombro.
Tú, a mi lado,
rompiendo las cadenas
del sosiego,
con crepitar de fuego
y luz de estrellas…
Sé bien que no me olvidas,
(lo presiento).
Es que llevo tu olor
en los jazmines
que en mi piel dibujó la fantasía.
Fuiste el portal de mi rosada vía…
Nido vacío que esperaba arrullo.
Floreció mi opacidad
con tu palabra.
Arribo del amor, suave murmullo.
Me vestí de alegres primaveras,
viajé hasta un vértice de luz
con las alondras
unida al ritmo y cauce
de tus venas
desde mi ría
hacia un ritual en sombras.
(Hoy tiritan, a veces, con el frío
mis carnes ambarinas de misterio.
Perdidos tus atajos de los míos.
No han palpado el mármol
de mis predios).
Tu figura se agranda, allá
entre lirios,
yo cargo el relicario de la ausencia.
Tus ojos mansos
su místico brillo…
Lo que fue, y lo que es.
Todo envuelto, entre nubes
se refugia.
Sí sé ¡Cuánto me amaste!
Quedó impreso en el tiempo
lo pintó el infinito.
Si hoy fuese a buscarte
y tú, hubieres partido,
dos rondas de querubes
harían de nuevo el nido…
Volvería a alzarse el templo
del romance
le pondríamos flama a los altares.
Y si otra boca es dueña
de tus besos.
Yo te iré recordando
en cada verso.
Y en la tímida voz de mis cantares.