ENTRANDO AL BOSQUE

Entrando al bosque por el sendero solo
se siente esa atracción de su misterio 
en veladas medias sombras.
Hay glauco de pinos y de talas y de molles,
algún mimbre junto al agua…
y hay blancos de cuarzos y grises de granitos
y reflejos de sol entre las micas.
La acequia se ha ido y sólo queda
en la pequeña toma de piedras que la cuida,
un espejo de agua que el verdor refleja
y deja retozar a las mojarras.
Hay duendes en él, los he sentido,
esquivos siempre al mirar de hombres
pero amigos de zorzales y calandrias
que con ellos juegan.
Prolifera la vida y en los nidos del follaje
los piares son conciertos de armonía
con el inconfundible zumbido de la abeja
y de existencias más ocultas.

El sendero solo, cien veces recorrido,
porque gozo de los verdes y las piedras
de toda la vida que reboza, de los duendes
y del agüita calma de la toma.

De  mi libro "Del versar que sale del alma" 2014